sábado, 18 de febrero de 2012

La reforma que deforma

El derecho como elemento civilizatorio, leía hoy en un artículo de abogados laboralistas en El País. El laboral en el complejo, delicado y conflictual de las relaciones económicas y laborales. Su jibarización es una reducción democrática. El populismo de tratar de vincular la respuesta sindical "porque les quita poder" prueba de poco pedrigrí y perímetro democrático. Porque lo civilizatorio, lo jurídico, requiere de actores sociales colectivos, sindicales y patronales, y de espacios institucionalizados donde ejercer representación y canalizar conflicto. Concertación social, negociación/convenio colectivo y gestión continua del mismo si es preciso en tiempos y contextos cambiantes, que lo es.


Por eso en esta reforma es importante el huevo, y también el fuero. Busca un nuevo paradigma. Se plantea al margen del diálogo social. No respeta un acuerdo importantísimo CCOO, UGT, CEOE, sobre negociación colectiva del que ya no quieren hablar y en el que se hace una apuesta por un modelo equlibrado entre flexibilidad interna pactada en la empresa, con procedimientos de resolución ágiles pero con garantías de los conflictos, y vinculando espacios sectoriales y de empresa. Esto no es flexibilidad. Es desregulación. No es relación laboral, es unilateralidad empresarial. No son controles, son exiguas exigencias para no caer en la inconsticionalidad (que creo que caé) del texto legal.


Porque se pretende romper con todo esto, estamos ante una reforma de profundo calado ideológico y un descrédito de la acción colectiva sindical que ahora siembra y se materializa en su verdadera dimensión, tras varios años arando con el ruido sobre liberados, subvenciones y que no, que no, que no les representan. Porque claro que es una cuestión de poder sindical. Pero éste no tiene nada que ver con fastos ni oropeles. Tiene que ver con el papel que jueguen o no las Comisiones Paritarias de los Convenios Colectivos. Tiene que ver con la potestad que tengan, o no, los Convenios y sus negociadores para decidir como se estructura un sector productivo; si una empresa unilateralmente se desgaja de lo pactado y liberaliza sus condicones a la baja, o se establecen procedimientos para salvar los problemas y los cambios desde los equlibrios, garantías y reversibilidad.


Muchos discursos sobre que los sindicatos "no hacen nada" pueden asombrarse ahora ante el riesgo de que los sindicatos (trabajadores organizados en el sindicato) dejen de poder hacer. De que la representación la elija la empresa, de que el convenio de pernada se generalize en la PYME. Esto hay que hacer que lo entienda mucha gente, no desde el filo-corporativismo sino desde las consecuencias, ya palpables, del modelo. Manos a la obra.