Fue un gran día el del sábado en Vista Alegre. Satisface ver un recinto así lleno hasta la bandera de sindicalistas venidos de todos los territorios de España. En Euskadi hicimos nuestra aportación después de una ronda de marchas por los territorios vascos en un proceso de movilización continua nada más llegar del verano.

Creo que son dos planteamientos complementarios que parten de un análisis de la realidad en términos parecidos a estos: la situación económica no va a repuntar en el corto ni probablemente en el medio plazo. Más bien al contrario, el enorme endeudamiento entre agentes económicos públicos y privados, la debilidad creciente de países sometidos a ajustes suicidas y la deficiente iniciativa política en el marco de la Unión Europea para asumir medidas y las consecuencias de la incobrabilidad de parte de lo que se debe, presagian escenarios de dificultad, por decirlo suavemente, en Europa.
Pese a ser esto así, o precisamente por ello, no podemos resignarnos a políticas miopes o a no-políticas. Ensimismados en la contienda electoral, la dialéctica política se basa en una apelación inconcreta a las “reformas”, en un recurso simplón y demagógico de los recortes como pócima mágica y única ante la crisis, o en ofertas electoralistas propias de las precampañas.
Partimos de una situación de atonía económica, unas administraciones públicas crecientemente endeudadas y algunas en situaciones dramáticas, una parálisis en la negociación colectiva, un flujo de crédito lastrado por los miedos y las precauciones previas a una probable re-capitalización de entidades financieras ante el desajuste de balances que se precipitará según se coagulen las crisis de deuda…
En el Estado Español el sector exterior es el único que mantiene el tipo, corriendo el riesgo de frenazo ante las expectativas poco optimistas de los compradores externos. El consumo privado ralentizado por la insoportable tasa de paro y la incertidumbre. El gasto de las administraciones públicas en caída libre producto de su deficiente financiación…En fin que el panorama no es halagüeño.
CC.OO. plantea una propuesta con varias piezas sobre la mesa. En primer lugar la necesidad de desbloquear la negociación colectiva en términos salariales razonables. Se trata de hacer compatible una recuperación del poder adquisitivo de millones de trabajadores (lo que incidiría en una mejora de la demanda interna) con no deteriorar la posición de concurrencia en el mercado global de las empresas que lo hacen. Guste o no el actual tejido productivo español tiene un segmento importante que debe competir en precio. Pero sin duda el factor salarial sólo es una variable más a la hora de fijar esos precios.
En compensación se plantea inducir los excedentes empresariales a la reinversión productiva. A través de las propias relaciones colectivas en la empresa podría abrirse un camino. Conociendo el tamaño real del tejido empresarial y las dificultades de hacerlo por esta vía, el Impuesto de Sociedades tiene que servir para recaudar parte de ese excedente en el marco de una reformulación de la política fiscal. Más recaudación de forma más progresiva, tratamiento más equitativo a las rentas procedentes de rendimientos de capital (hoy claramente privilegiadas frente al resto).
Conjuntamente se plantea actuar sobre precios de bienes importantes para el bolsillo de las personas con menos recursos como la energía o los transportes, donde el estado tiene capacidad de hacerlo. La contención de estos precios o tasas mejoraría el salario real disponible de millones de personas.
De forma paralela se plantea una Iniciativa Ciudadana para la defensa de los servicios públicos. En medio de una ofensiva privatizadora con pinta de ir a más. Ofensiva ideológica que se camufla bajo la apelación simplista a la necesidad de reducir a marchas forzadas el déficit público. En un momento de pendulazos de productos bursátiles, derivados financieros y mercados inmobiliarios, el gran pastel de los servicios públicos básicos aparece en las apetencias de la iniciativa privada.
Se trata de articular movimiento social ante elementos muy consolidados en la sociedad como son la defensa de los servicios públicos. El sindicato propone para ser una parte más del activismo político y social de la gente. Creo que es interesante porque presupone asumir de forma positiva la complejidad de la socialización de la gente, no sólo en el centro de trabajo. Debemos reforzar el papel del sindicato en la empresa con la misma convicción que interiorizamos que ni tenemos ni queremos exclusividad en la defensa de aspectos básicos de un estado social.
La propuesta está hecha. Se irá concretando y completando al conjunto de partidos del país, a los colectivos implicados en la defensa del sector público. A la sociedad en definitiva.
En Euskadi tenemos una realidad con algunos aspectos comunes y otros bastante matizables. Desde el tejido productivo hasta la competencia fiscal en las Diputaciones Forales. Por ello matizadas serán las concreciones de estas propuestas en nuestro país. En breve habrá noticias.