lunes, 5 de diciembre de 2011

Crónica atropellada de un lunes

Ayer ser presentó el plan de ajuste italiano. Entre lágrimas y renuncias a sueldos del presidente del Gobierno. Quizás estos gestos, aparentemente populistas, tengan sentido en un país donde la distancia entre la política y la calle es sideral. La sensación de casta política privilegiada es tremenda en la península vecina. Y bastante justificada.

Que sea el gobierno tecnocrático quien entienda que debe trasladar cierta compasión en las medidas tiene su punto paradójico. Después de la amoralidad bufonesca del innombrable personaje al que las urnas elevaron al caudillaje del país, todo parte de perspectivas distintas y es curioso como los sindicalistas italianos analizan al nuevo gobierno. Es difícil interpretar desde fuera…

En todo caso, la CGIL ya se ha situado en frente de las medidas a través de su Secretaria General, Susanna Camusso. Falta de equidad ha dicho. Importante el argumento cuando la legitimidad pública y aún colectiva es la que está en riesgo. Italia tiene un nivel de deuda muy alto y un sistema fiscal que dicen, es un coladero. Fraude muy extendido. Elusión fiscal.

Italia genera el tercer mercado de deuda del mundo y 2.012 es especialmente sensible por la cantidad que tiene por financiar. Los tipos que ha tenido que soportar últimamente presagiaban el desastre. ¿Son estas medidas por tanto un elemento creíble para aliviar a los mercados en los próximos meses? No, yo creo que ni de lejos. Los mercados sobrevuelan en círculo sobre la presa que ven débil. Con el recorte anunciado de 30.000 millones sigue siendo débil en los plazos cortos y medios. Más débil aún, pues tales medidas traerán menos crecimiento y una probable recesión en 2.012.

Más bien parecen medidas para contentar a los cobradores del frac del norte prestamista. Se trata de tomar medidas de consolidación fiscal (recorte déficit y gasto público) a cambio de espantar 100 metros para arriba a los que aletean sobre los alientos débiles. A través del BCE, la compra de deuda, o en cada momento como se haga. Todo a cambio de deteriorar la solvencia futura. Europa sigue siendo un coto de caza y las vedas son demasiado interesadas y cortoplacistas para que nada pinte bien.

El cobrador del frac ya habrá hablado largo y tendido con Mariano. Habrá puesto las condiciones. Reducción de déficit, menos gasto. Las recetas suelen ser las mismas aunque el problema sea parecido pero no igual. En España los números macroeconómicos son distintos, pero la confianza que da una economía débil, peores. ¿Pretenderá el próximo gobierno destartalar el sistema de relaciones laborales? ¿Cree que la devaluación salarial es la clave, junto al recorte de gasto público, para retomar algún día una senda de crecimiento?

Doy por descontado que seguirá habiendo recortes de gasto y de servicios públicos a los que hay que seguir oponiéndose. La otra cuestión generará más dudas: incentivará un tipo de economía u otro, un tipo de empresa u otro, un tipo de sectores u otros. El coro ideológico que le canta por las mañanitas a Rajoy lo tiene claro. Espero que él, no.

En Euskadi seguimos teniendo la opción de elegir si hacemos cosas o no. Si hacemos unas cosas u otras. Hoy han convertido elegir en un lujo.

Cuatro claves. Demanda interna, gasto de las administraciones, sector exterior, financiación. La actualización salarial de los convenios colectivos bloqueados y las reformas fiscales que incrementen la recaudación mejorarían las dos primeras claves. Equilibrio en ambas cuestiones sitúa la tercera en buena posición. La evolución de los países centrales y de las entidades financieras… harina de otro costal.