lunes, 5 de diciembre de 2011

Crónica atropellada de un lunes

Ayer ser presentó el plan de ajuste italiano. Entre lágrimas y renuncias a sueldos del presidente del Gobierno. Quizás estos gestos, aparentemente populistas, tengan sentido en un país donde la distancia entre la política y la calle es sideral. La sensación de casta política privilegiada es tremenda en la península vecina. Y bastante justificada.

Que sea el gobierno tecnocrático quien entienda que debe trasladar cierta compasión en las medidas tiene su punto paradójico. Después de la amoralidad bufonesca del innombrable personaje al que las urnas elevaron al caudillaje del país, todo parte de perspectivas distintas y es curioso como los sindicalistas italianos analizan al nuevo gobierno. Es difícil interpretar desde fuera…

En todo caso, la CGIL ya se ha situado en frente de las medidas a través de su Secretaria General, Susanna Camusso. Falta de equidad ha dicho. Importante el argumento cuando la legitimidad pública y aún colectiva es la que está en riesgo. Italia tiene un nivel de deuda muy alto y un sistema fiscal que dicen, es un coladero. Fraude muy extendido. Elusión fiscal.

Italia genera el tercer mercado de deuda del mundo y 2.012 es especialmente sensible por la cantidad que tiene por financiar. Los tipos que ha tenido que soportar últimamente presagiaban el desastre. ¿Son estas medidas por tanto un elemento creíble para aliviar a los mercados en los próximos meses? No, yo creo que ni de lejos. Los mercados sobrevuelan en círculo sobre la presa que ven débil. Con el recorte anunciado de 30.000 millones sigue siendo débil en los plazos cortos y medios. Más débil aún, pues tales medidas traerán menos crecimiento y una probable recesión en 2.012.

Más bien parecen medidas para contentar a los cobradores del frac del norte prestamista. Se trata de tomar medidas de consolidación fiscal (recorte déficit y gasto público) a cambio de espantar 100 metros para arriba a los que aletean sobre los alientos débiles. A través del BCE, la compra de deuda, o en cada momento como se haga. Todo a cambio de deteriorar la solvencia futura. Europa sigue siendo un coto de caza y las vedas son demasiado interesadas y cortoplacistas para que nada pinte bien.

El cobrador del frac ya habrá hablado largo y tendido con Mariano. Habrá puesto las condiciones. Reducción de déficit, menos gasto. Las recetas suelen ser las mismas aunque el problema sea parecido pero no igual. En España los números macroeconómicos son distintos, pero la confianza que da una economía débil, peores. ¿Pretenderá el próximo gobierno destartalar el sistema de relaciones laborales? ¿Cree que la devaluación salarial es la clave, junto al recorte de gasto público, para retomar algún día una senda de crecimiento?

Doy por descontado que seguirá habiendo recortes de gasto y de servicios públicos a los que hay que seguir oponiéndose. La otra cuestión generará más dudas: incentivará un tipo de economía u otro, un tipo de empresa u otro, un tipo de sectores u otros. El coro ideológico que le canta por las mañanitas a Rajoy lo tiene claro. Espero que él, no.

En Euskadi seguimos teniendo la opción de elegir si hacemos cosas o no. Si hacemos unas cosas u otras. Hoy han convertido elegir en un lujo.

Cuatro claves. Demanda interna, gasto de las administraciones, sector exterior, financiación. La actualización salarial de los convenios colectivos bloqueados y las reformas fiscales que incrementen la recaudación mejorarían las dos primeras claves. Equilibrio en ambas cuestiones sitúa la tercera en buena posición. La evolución de los países centrales y de las entidades financieras… harina de otro costal.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Uscire dal tunnel. Convención Internacional de Florencia

Los días 21 y 22 de Noviembre pude participar en un encuentro sobre la crisis y sus efectos en Europa. Con participantes sindicales (CGIL Toscana, LO Suecia, DGB y CC.OO. de Euskadi), políticos (SPD y Partido Democrático), así como representantes de la universidad, del periodismo y responsables de Fundaciones de Estudios. Los dos diás de trabajos fueron clausurados por la Secretaria General de la CGIL, Susanna Camusso.

Destacaría el notable grado de sintonía entre todos los participantes a a la hora de diagnosticar la crisis y sus causas, el rechazo a las políticas de ajuste y el riesgo para Europa y sus trabajadores. Igualmente una gran mayoría de intervinientes reclamamos una mayor integración en las políticas europeas, como condición necesaria para disminuir la presión de los mercados sobre el modelo social europeo. Se reivindicó el valor central del trabajo como elemento de distribución de renta y de legitimador de auténticas democracias.

Tuvimos el honor de intervenir en la vieja Universidad de Florencia, con una estatua de Galileo Galilei recibiéndonos todas las mañanas y sabiéndonos observados, a lo lejos, desde la Galería Uffizi, por Niccolas Maquiavelo. En la Italia post-Berlusconi y en la Europa de la receta única, tal duelo tenía su morbo. Tras dos días de trabajo, el sindicalismo europeo debe apostar claramente por el genio de Pisa: “Eppur si muove”. Y si no, habrá que moverlo...

Traslado mi intervención, no literal sino rehecha desde el guión que llevé y la memoria. En otra entrada incluiré algunas de las ideas que dejaron otros ponentes, siquiera señaladas.


La crisis en España y su especificidad más relevante, la enorme tasa de desempleo tiene que ver al menos con estos elementos:

• La deficiente composición de su tejido productivo, con un excesivo peso de la construcción y los servicios de poco valor añadido.

• Las tasas de desempleo, estructuralmente altas, incluso en los años anteriores al estallido de la crisis, pese a haber alcanzado récords propios en población ocupada y cotizantes.

• La especial afectación de la crisis financiera en el modelo de crecimiento español de los últimos años.

En efecto, el crecimiento en España se ha dado sobre la base de un enorme endeudamiento privado, vinculado a un flujo de crédito externo de grandes magnitudes. Pese a los bajos incrementos de la productividad de la economía real y una pérdida de peso de las rentas salariales en el conjunto de la renta nacional, la sensación de riqueza, la demanda interna atravesaron su década prodigiosa en una especie de festín de crecimiento continuo.

Las cifras de la contabilidad nacional atravesaban igualmente una aparente buena salud. Con una presión fiscal comparativamente baja, las administraciones públicas parecían manejar con solvencia nuestras cuentas públicas. Hasta el estallido de la crisis España mantenía un superávit público (diciembre de 2.007) y el nivel de deuda pública rondaba el 30% del PIB. Muchos mejores datos que otras economías próximas e incluso más potentes.

Se daba igualmente una dinámica a la que se asociaba una parte no menor del endeudamiento privado y buena parte de la recaudación pública. Era la subida continua del precio de la vivienda, que actuó durante todos estos años como una especie de bien colateral al que se asociaba la capacidad de endeudamiento de todos los agentes privados (bancos, cajas, promotoras, familias, administraciones sobre todo locales...)

Todo esto se puede expresar en datos que dejan escasos márgenes a las dudas. Entre 1990 y 2011 el crédito concedido por el sector financiero español a los residentes pasó del 68 al 171% del PIB. Los créditos con garantía hipotecaria del 18% del PIB al 98% del mismo.

Ese volumen de crédito concedido se ha captado en buena parte en el exterior. 761.200 millones de euros es la deuda de las entidades financieras españolas en el exterior, con vencimientos medios de 3 años, mientras los créditos hipotecarios tienen una media de duración de 25 años.

La deuda privada en España, excluyendo la de las entidades financieras asciende a 2,8 billones de euros. Las empresas deben 1,2 billones, 45% del total; las familias tienen pendiente de pago más de 880 mil millones (31% del total); las AAPP pasaron de 300 mil millones a 682 mil en los últimos tres años.

Por tanto, y a modo de breve conclusión, no es la deuda ni el déficit los causantes de nuestros especiales problemas. En todo caso son la consecuencia de los mismos. Los datos del déficit desmesurado son consecuencia de la caída de la actividad y por tanto de los recursos. La deuda pública en España sigue en niveles comparativamente aceptables( algo más del 65% del PIB) mucho más bajos que por ejemplo en Italia o en EEUU donde superó el 100% de su PIB el pasado verano.

Por tanto el problema no es de elefantismo público. Es de tejido productivo, es de productividad de la economía real, es de distribución de renta, y es de un modelo de desarrollo perverso que dopó con crédito abundante las deficiencias estructurales de la economía española.

Políticas realizadas hasta ahora

El gobierno español, después de negar reiteradamente la profundidad de la crisis, acometió una serie de políticas que podríamos denominar keynesianas. Especialmente relevantes fueron el Plan E, destinado a mantener una actividad en la construcción que se paralizaba de forma abrupta. En algunas zonas del estado esto suponía que muchísimos trabajadores quedaban en paro sin expectativas de encontrar empleo.

Otra medida relevante fue la creación de una especie de subsidio para desempleados de 426 euros. Estas medidas, en un momento de caída de recursos públicos y al no adoptar medidas fiscales que ampliasen la base de recaudación contribuyeron a disparar el déficit público que llegó a superar el 11% del PIB.

Después de Mayo de 2.010 el Gobierno cambió sus políticas apostando por medidas de austeridad. Priorizó absolutamente la reducción del déficit público, lo que a la postre está siendo otro lastre en la actividad económica española, ya muy debilitada por la caída de la demanda interna, el incremento del paro y el parón del crédito.

Igualmente resolvió una serie de las llamadas reformas estructurales en materias como mercado laboral, negociación colectiva y pensiones. Sólo esta última contó con un acuerdo social para una reforma equilibrada que evitó medidas cortoplacistas que debilitasen decisivamente la seguridad social y es sistema público de pensiones. Por contra, logramos un acuerdo que abordó de forma conjunta medidas respecto al gasto, al ingreso y a los comportamientos ante el sistema, y que incluyó a nuevos colectivos en el sistema general de la Seguridad Social.

En las otras reformas sintetizando mucho podemos decir que son medidas de liberalización y perdida de garantías en el mercado de trabajo. Facilitando el despido y la inaplicación de los convenios colectivos sectoriales a través de distintas fórmulas que permiten aplicar condiciones menos favorables en las empresas. Todo eso en un tejido de empresas dominado por la PYME e incluso la microempresa.

Todo ello se ha dado en un contexto de presión creciente de los inversores en los mercados de deuda, disparando la prima a pagar por el estado lo que deteriorará su solvencia futura y trasladando una presión política para adoptar medidas de austeridad y de desrregulación. La llegada del PP al gobierno acentuará estas políticas y pueden ser un grave riesgo para los derechos de los trabajadores y para el país. Desaparecida la posibilidad de devaluar la moneda, la devaluación interna también de los salarios puede ser la alternativa de fondo para buscar ganar competitividad desarticulando la negociación colectiva, medida también planteada en Italia.

Lo que puede hacer un país y lo que debe hacer Europa

La adopción de las medidas descritas y equiparables a las de otros países están agravando la situación. Este año lo cerraremos con un crecimiento en torno al 0'7% y el que viene probablemente con una recesión.

España tiene sus propias debilidades sobre las que tiene que actuar.

• Una economía que debe diversificarse para generar más valor requiriendo de sectores tecnológicos y de una política industrial que lo favorezca

• Mejorar la productividad en base a criterios distintos que el deterioro del trabajo. Serán claves las políticas de formación para el empleo, la apuesta pública y privada por la I+D+i.

• Mejorar su sistema fiscal y de redistribución. La presión fiscal sobre las rentas más altas, los rendimientos distintos a los provenientes del salario y algunas figuras impositivas deshechadas tienen márgenes para mejorar la recaudación fiscal sin deteriorar la actividad económica

• Mejorar nuestro mercado de trabajo mediante nuevas inercias. En España la tasa de temporalidad se ha situado normalmente por encima del 30%. Esto unido a un despido sencillo conlleva una flexibilidad externa en la que las empresas contratan precario y despiden fácil como método de adaptación a los ciclos de demanda. Para nosotros es una visión errónea que genera incentivos negativos respecto a temas tan importantes como la formación continua y la cualificación del trabajo. Frente a ese esquema necesitamos otro que permita mayor intervención sindical. Un esquema de flexibilidad interna pactada para mejorar la adaptabilidad de las empresas y los cambios de ciclos. La pretensión empresarial es la de actuar unilateralmente lo que sabemos que será un riesgo para los derechos laborales. Un esquema de participación sindical es clave para gobernar los cambios y las adaptaciones haciéndolo compatible con garantías para los trabajadores.

Me detengo aquí un momento. En mi opinión las opciones entre un esquema y otro tienen más que ver con el aparato productivo de un país que con la norma laboral.

En el País Vasco con cifras de crecimiento económico durante la crisis similares a las del conjunto de España, el comportamiento del empleo ha tenido características propias. Mientras en España el paro se disparó en apenas dos años, en Euskadi el número de trabajadores que fueron al paro es similar a los que han pasado por Expedientes de Regulación de Empleo de carácter suspensivo. Son situaciones en las que se reduce o se suspende la jornada de trabajo, pero no se rompe el vínculo laboral. El trabajador percibe una parte de su prestación de desempleo y habitualmente pactamos mejoras con la empresa. De esta forma, se adecua el volumen de trabajo a la caída temporal de demanda. Estos expedientes han sido casi siempre con acuerdo entre las partes y por encima del 80% de los trabajadores afectados han vuelto a trabajar en la misma empresa. Y todo ello con la misma norma laboral, los mismos procedimientos y los mismos sistemas judiciales que en el resto del estado, donde esta figura se ha utilizado mucho menos ¿Por qué? Porque un tejido productivo más industrial, que requiere de puestos más cualificados, donde la formación o la cualificacion adquirida es un activo que aporta valor a la empresa tiene más incentivos para generar unas determinadas prácticas laborales. Un modelo de empresa que pretende rentabilizarse en buena parte a través del ajuste salarial, que genera puestos de escaso valor añadido y pretende trabajadores desechables, genera otro tipo de práctica laboral de precariedad.

Pero hay otros componentes de la crisis que no permitirán a ningún país de forma individual salir de la misma si no hay una acción supranacional.

• Las crisis de deuda soberana van a hundir las posibilidades de reactivar la economía. El coste de la financiación de los países llamados periféricos será un lastre para sus economías.

• Esta debilidad a la hora de financiarse, la deficiente actuación europea y las propias opciones ideológicas van a profundizar en medidas de austeridad y recorte, que alejarán la reactivación económica y debilitarán el modelo social europeo.

Debe avanzarse en una acción europea mucho más integrada. No necesitamos menos Europa sino más. Avanzar en la constitución de una Reserva Federal Europea, en la emisión de eurobonos. En Fórmulas que permitan refinanciar las deudas y déficits de los países en niveles razonables mancomunando las mismas, y poniendo freno a las actuaciones especulativas.

• Necesitamos más sindicalismo europeo también. Reforzarnos como contraparte necesaria en una construcción más democrática de Europa. La UE se ha constituido como un libre espacio de intercambio de bienes y servicios, una moneda única y una política monetaria destinada a controlar la inflacción. Y poco más. Ese modelo es manifiestamente insuficiente. Ese modelo puede llevar a Europa y al euro al abismo.

Y para terminar sólo dos apuntes más.

• De fondo, el modelo de crecimiento está en cuestión. El crédito como elemento central de aceleración económica puede estar tocado para mucho tiempo. En un momento en el que el centro de gravedad de la discusión política está entre la pugna acreedores-deudores, una visión alternativa y progresista necesita situar ese centro de gravedad en replantear el modelo de redistribución de la riqueza, en un contexto distinto, supranacional


• Los problemas económicos de un país como España no son ajenos a los de los países centrales de Europa. En la ultimas décadas se ha dado un formidable trasvase de recursos de algunas zonas del mundo en las que se han dado mayores procesos de acumulación de capital, a otras a través del crédito y el endeudamiento. Dentro y fuera de Europa. España o Irlanda o los propios EEUU cebaron así su economía. Pero ese flujo de crédito asumió riesgos compartidos porque también a los que prestaban les interesó esta dinámica. Para ver remunerado su capital, y porque la expansión económica de la periferia era condición necesaria para exportar su capacidad productiva del centro. Por tanto estamos ante un círculo que se consideró virtuoso y que el estallido de la crisis y la estafa financiera convirtió en vicioso. Si los gobernantes conservadores creen que cada país debe apañárselas con lo suyo, se equivocan porque los problemas son compartidos

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un Aiete social en Euskadi


(Artículo publicado el 12 de noviembre en EL Correo y el Diario Vasco)

La Confederación Europea de Sindicatos ha convocado el 14 de noviembre una jornada de acción y solidaridad. Se traducirá en varias huelgas generales (Portugal, Grecia, España, Italia), manifestaciones y movilizaciones. En Euskadi una vez más las disputas inter-sindicales, en este caso entre ELA y LAB (negativa de la segunda a convocar, que hizo a ELA desdecirse de su posición en Bruselas) rompe la respuesta que CC.OO. viene reclamando

El 14-N se da tras consensuar una resolución que denuncia las políticas austeridad y reivindica un Contrato Social para Europa. El sindicalismo europeo como agente activo ante los problemas que conlleva la insuficiente construcción política de la UE, construye un consenso difícil ya que la realidad sindical no es ajena a las situaciones que se dan en los distintos países.

El déficit político europeo, la intensidad y duración de la crisis trae riesgos implícitos: la desafección de la ciudadanía de la política, sugestionada por el espejismo del sálvese quien pueda; las respuestas a los problemas en claves de “repliegue”, sea éste sectorial-corporativo, territorial o individualista. Esto supone profundizar más y más en la atomización y déficit institucional de Europa, y reforzaría la hegemonía de actuación a los poderes financieros y económicos.

martes, 1 de noviembre de 2011

Es el reparto de la riqueza ¡estúpido!

Todo el problema que parece querer tener la banca europea es como le va a afectar los posibles impagos de Grecia en primer término. Como tienen adquirida mucha deuda, si esta no se paga, les genera un agujero en los balances que les obliga a capitalizarse (a través de emisión de acciones, o de fondos públicos) para mejorar sus ratios de capital en línea con las exigencias actuales.

Sin embargo, parecen querer olvidarse de las aún desconocidas (para nosotros) ingentes cantidades de activos tóxicos o de activos inmobiliarios o inversiones en suelo, depreciados, que son, esos sí, el gran boquete que tienen en sus balances.

Supongo que aludir siempre a las deudas soberanas sirve para desprestigiar la política pública de los países, mientras que si se pusiera el foco en sus activos depreciados, sería poner el foco en la imprudente política privada, realizada por la banca privada, que prestó dinero privado a empresas, bancos y familias privadas, en base a una alegra ponderación de riesgos; castillo que se ha venido al traste por prácticas especulativas privadas o derivados financieros privados. Eso sí, con una política pública previa. La de desregular y dejar autorreglarse (yo diría, auto-arreglarse) al sistema financiero.

Quizás también tenga que ver con que la ecuación entre sobreendeudamiento, crédito fácil, bienes especulativos sobre los que anclar en sobreendeudamiento (en España la vivienda) ha sido una elemento central en el crecimiento económico de las últimas décadas. Un sistema de acumulación capitalista sigue provocando una polarización de la renta cuantos menos elementos correctores tenga. Esta polarización entra en contradicción con la necesidad expansiva del propio sistema que requiere de más compradores, más inversores, más mercados. En su día, tal contradicción se pretendió resolver con el llamado pacto keynesiano, el modelo de estado social, un sistema impositivo avanzado que recaudaba recursos para garantizar una acción pública potente tanto en inversión económica (infraestructuras...) como en inversión social. Se conjugaba un nivel alto de cohesión social con instituciones públicas en aspectos estratégicos de la sociedad (mercado laboral, educación, enseñanza).

La rebelión conservadora primero, empezó a desandar caminos. Las necesidades de financiar sus enormes déficits comerciales y de capitales en EE.UU. pusieron las bases del actual modelo, después. Un sistema globalizado, el creciente protagonismo de enormes economías emergentes como elemento de presión, financiarización de la economía… Dieron con la fórmula mágica. La contradicción inherente al sistema “polarización de renta Vs necesidad de expansión de la creciente capacidad productiva” encontró en la economía y la vida a crédito su moderno totem.

¿Quién quería ineficaces burocracias que recaudan impuestos y despilfarran fondos públicos? El capital acumulado en unas partes del mundo o de Europa se desplaza a otros lugares para regar el crecimiento y el consumo… con tipo de interés a pagar, claro.

Si encontrábamos un elemento de revalorización continuo sobre el que anclar ese crédito desparramado, ya lo bordaban. Y ahí estaba la vivienda. España, Irlanda, Estados Unidos, Inglaterra… El milagro de los panes y los peces. ¿Qué importancia tiene un convenio colectivo con una subida salarial de 3 puntos por ejemplo, cuando una vivienda se revaloriza un 40% en 5 años sobre precios ya desorbitados?

Todo estalló hace unos años con la conocida crisis subprime que se trasladó a crisis de crédito de los bancos contaminados. Tocado el nervio central, caídas de PIB, de recaudación a la vez que políticas anticiclo en un primer momento, rescates financieros, déficits público, crisis de deuda… y ahora deficiente capitalización de los bancos, lo que incidirá en otra contracción del crédito y vuelta a empezar…

El mundo en un brete. ¿Y si, parafraseando a Clinton (el gran padre del invento desrregulatorio, por cierto), dijéramos aquello de : “Es el reparto de la riqueza, estúpido”?

lunes, 17 de octubre de 2011

Mi aportación a la Conferencia de Donosti


Para CC.OO. de Euskadi son relevantes todas las iniciativas destinadas a promover una normalización de la vida política en Euskadi. Nuestras señas de identidad a este respecto como sindicato siempre han estado presentes. Somos un sindicato nacional y de clase que hemos rechazado inequívocamente la violencia de ETA y propugnamos una construcción del marco de autogobierno vasco en clave inclusiva.


De forma muy somera, algunas de nuestras percepciones sobre la sociedad vasca que procede enumerar porque tienen que ver con el modelo de normalización de la vida política en Euskadi, serían las siguientes:

• Euskadi es una sociedad democráticamente institucionalizada, con un nivel de autogobierno alto comparativamente y bien valorado por la sociedad.

• Euskadi rechaza de forma absolutamente mayoritaria el ejercicio de la violencia con finalidades políticas y observa con esperanza el momento que estamos viviendo.

• En Euskadi conviven diferentes sentimientos de adscripción nacional, en distintas intensidades, y que varían desde adscripciones únicas y nítidas, hasta adscripciones complejas.

• Estas adscripciones nacionales son un vector de alineamiento político (no el único) de gran arrastre en nuestra sociedad. Han determinado distintas opciones políticas que entienden de forma conflictiva el autogobierno vasco, al reivindicar una profundización del autogobierno o incluso un escenario de creación de un estado vasco.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Mensajes desde Vista Alegre

Fue un gran día el del sábado en Vista Alegre. Satisface ver un recinto así lleno hasta la bandera de sindicalistas venidos de todos los territorios de España. En Euskadi hicimos nuestra aportación después de una ronda de marchas por los territorios vascos en un proceso de movilización continua nada más llegar del verano.

Más allá de la satisfacción, el sindicato explicitó una propuesta de calado en una doble vertiente. Por un lado un pacto por el empleo en el que se introducen referencias a los salarios, los beneficios empresariales, la reinversión productiva, la fiscalidad o los precios de bienes básicos. Por otro la propuesta de una Iniciativa Ciudadana para la defensa de los servicios públicos.

Creo que son dos planteamientos complementarios que parten de un análisis de la realidad en términos parecidos a estos: la situación económica no va a repuntar en el corto ni probablemente en el medio plazo. Más bien al contrario, el enorme endeudamiento entre agentes económicos públicos y privados, la debilidad creciente de países sometidos a ajustes suicidas y la deficiente iniciativa política en el marco de la Unión Europea para asumir medidas y las consecuencias de la incobrabilidad de parte de lo que se debe, presagian escenarios de dificultad, por decirlo suavemente, en Europa.

Pese a ser esto así, o precisamente por ello, no podemos resignarnos a políticas miopes o a no-políticas. Ensimismados en la contienda electoral, la dialéctica política se basa en una apelación inconcreta a las “reformas”, en un recurso simplón y demagógico de los recortes como pócima mágica y única ante la crisis, o en ofertas electoralistas propias de las precampañas.

Partimos de una situación de atonía económica, unas administraciones públicas crecientemente endeudadas y algunas en situaciones dramáticas, una parálisis en la negociación colectiva, un flujo de crédito lastrado por los miedos y las precauciones previas a una probable re-capitalización de entidades financieras ante el desajuste de balances que se precipitará según se coagulen las crisis de deuda…

En el Estado Español el sector exterior es el único que mantiene el tipo, corriendo el riesgo de frenazo ante las expectativas poco optimistas de los compradores externos. El consumo privado ralentizado por la insoportable tasa de paro y la incertidumbre. El gasto de las administraciones públicas en caída libre producto de su deficiente financiación…En fin que el panorama no es halagüeño.

CC.OO. plantea una propuesta con varias piezas sobre la mesa. En primer lugar la necesidad de desbloquear la negociación colectiva en términos salariales razonables. Se trata de hacer compatible una recuperación del poder adquisitivo de millones de trabajadores (lo que incidiría en una mejora de la demanda interna) con no deteriorar la posición de concurrencia en el mercado global de las empresas que lo hacen. Guste o no el actual tejido productivo español tiene un segmento importante que debe competir en precio. Pero sin duda el factor salarial sólo es una variable más a la hora de fijar esos precios.

En compensación se plantea inducir los excedentes empresariales a la reinversión productiva. A través de las propias relaciones colectivas en la empresa podría abrirse un camino. Conociendo el tamaño real del tejido empresarial y las dificultades de hacerlo por esta vía, el Impuesto de Sociedades tiene que servir para recaudar parte de ese excedente en el marco de una reformulación de la política fiscal. Más recaudación de forma más progresiva, tratamiento más equitativo a las rentas procedentes de rendimientos de capital (hoy claramente privilegiadas frente al resto).

Conjuntamente se plantea actuar sobre precios de bienes importantes para el bolsillo de las personas con menos recursos como la energía o los transportes, donde el estado tiene capacidad de hacerlo. La contención de estos precios o tasas mejoraría el salario real disponible de millones de personas.

De forma paralela se plantea una Iniciativa Ciudadana para la defensa de los servicios públicos. En medio de una ofensiva privatizadora con pinta de ir a más. Ofensiva ideológica que se camufla bajo la apelación simplista a la necesidad de reducir a marchas forzadas el déficit público. En un momento de pendulazos de productos bursátiles, derivados financieros y mercados inmobiliarios, el gran pastel de los servicios públicos básicos aparece en las apetencias de la iniciativa privada.

Se trata de articular movimiento social ante elementos muy consolidados en la sociedad como son la defensa de los servicios públicos. El sindicato propone para ser una parte más del activismo político y social de la gente. Creo que es interesante porque presupone asumir de forma positiva la complejidad de la socialización de la gente, no sólo en el centro de trabajo. Debemos reforzar el papel del sindicato en la empresa con la misma convicción que interiorizamos que ni tenemos ni queremos exclusividad en la defensa de aspectos básicos de un estado social.

La propuesta está hecha. Se irá concretando y completando al conjunto de partidos del país, a los colectivos implicados en la defensa del sector público. A la sociedad en definitiva.

En Euskadi tenemos una realidad con algunos aspectos comunes y otros bastante matizables. Desde el tejido productivo hasta la competencia fiscal en las Diputaciones Forales. Por ello matizadas serán las concreciones de estas propuestas en nuestro país. En breve habrá noticias.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Apuntes sobre la posición de CC.OO. en la fusión de las cajas vascas

1. CCOO no comparte conceptualmente el modelo de fusión de cajas para integrar su actividad financiera en un banco. Los cambios en el marco legal y las directrices del Banco de España al hilo de las recomendaciones de Basilea III (bancos centrales de las principales economías del mundo) han impulsado un modelo demasiado rígido que desnaturaliza las cajas, sin tener en cuenta la buena posición en cuanto a niveles de riesgo y recursos propios que tenían algunas, incluidas las vascas.

2. No compartimos el modelo desde la legitimidad que nos da haber apoyado en 2.007 y 2.008 una fusión distinta. De cajas a caja. En otro contexto más favorable a una fusión que hiciera justicia a la situación y viabilidad de nuestras cajas. Con un pacto laboral de mucho alcance como llegamos a tener atado. No todos los actores intervinientes en este proceso tuvieron esa actitud. Recordemos que se situó en contra PSE, Izquierda Abertzale, PP, ELA y LAB. Ahora los dos sindicatos reivindicaban aquel modelo de fusión. Ahora…

3. Desde el inicio de este proceso de fusión, CC.OO. atisbó un pacto ya trabajado entre PNV, PSE y PP para apoyar el modelo de fusión. Evidentemente, al igual que las direcciones de las cajas. Un consenso amplio que garantizaba el SÍ a la fusión en BBK y Vital. No lo garantizaba en Kutxa.

4. CC.OO. de Euskadi tenía dos opciones. Una, situarse en la oposición “principista” a la fusión. Posición intrascendente en BBK y Vital pero que podía ser decisiva en Kutxa para evitar la integración de esta tercera en Kutxa Bank, que no la fusión entre la bizkaina y la alavesa que se hubiera hecho en todo caso. La segunda opción era tratar de utilizar nuestra posición como sindicato más representativo en las cajas así como nuestra presencia en las Asambleas para tratar de condicionar el proceso de fusión

5. En los máximos órganos de dirección del sindicato se decidió la segunda opción situando nuestras exigencias en la consecución de un pacto laboral, un marco de convenio de empresa que no excluyese a ningún trabajador, las mayores garantías posibles respecto al mantenimiento de la obra social, pautar los procedimientos que pudieran darse para la emisión de acciones garantizando la presencia mayoritaria de las cajas en el futuro consejo de administración, así como la presencia de la representación de los trabajadores en el mismo.

6. Paralelamente trabajamos con nuestra gente en las cajas explicando el recorrido de las negociaciones. Negociaciones con las cajas y con los partidos políticos. Inusitadamente duras en lo referido al pacto laboral.

7. Tanto lo referido a obra social como a la emisión de acciones tuvieron más fácil concreción. La posterior (¿o no tanto?) entrada de Bildu en escena ha puesto el foco en estas cuestiones que estaban consensuadas. Por no engañar a nadie, lo atado en el pacto bien atado está, pero no habíamos apreciado voluntad de modificar los porcentajes a la obra social y no había necesidad, ni urgencia, ni es el momento económico para emitir acciones con las que capitalizar Kutxa Bank en el corto plazo.

8. Con todo ni nos engañamos ni engañamos. Este modelo de fusión se hace para ganar tamaño y potencial económico, generar economías de escala y para poder acceder a capital privado llegado el caso. La obra social y la composición del accionariado dependerán de la evolución de los requerimientos y ratios de capital que se exijan por parte de los reguladores financieros.

9. El resultado final en estas circunstancias es bueno. Hay pacto laboral que regula elementos importantes en la integración de las tres plantillas en una nueva empresa. Hay un compromiso bastante amplio respecto al mantenimiento del “dividendo social” de las cajas y la presencia mayoritaria de la representación de las cajas en el consejo de administración

10. La fusión ha acabado por tener una derivada política importante: la incorporación de Bildu pasando del rechazo frontal de la Izquierda Abertzale a esta y las anteriores fusiones, a apoyar la que más desnaturaliza la génesis en la idea de caja de ahorros. No olvidemos que LAB se paseaba este mes de Agosto por las playas de Gipuzkoa con un incendiario panfleto contra la fusión… Times are changing

11. Creo que CC.OO. ha demostrado que sabe flexibilizar sus posiciones para hacer útiles nuestros espacios de influencia y nuestra capacidad contractual en cualquier situación. Trabando una alianza sindical que representa una amplía mayoría sindical en Euskadi y en el conjunto de las cajas. A parte de CCOO, Pixkanaka y el Grupo Independiente de la Vital ninguno de los intervinientes en este proceso de fusión ha tenido entre sus prioridades lo referido a las condiciones laborales de las plantillas.

12. Los últimos flecos de la negociación han sido surrealistas con dos organizaciones sindicales (ELA y LAB) tratando a cualquier precio que no hubiera pacto laboral después de una prolongada siesta en estos últimos meses. Entiéndase bien. No que hubiera otro pacto laboral mejor aprovechando la posición de fuerza que pudieran ejercer a través de Bildu. No, no. Que no hubiera pacto laboral alguno, que las tres plantillas se integraran en la nueva empresa sin cerrar temas de movilidad, evitar que los excedentes supongan despidos o medidas traumáticas, garantizar que las prejubilaciones no tengan un coste para las arcas públicas...

13. Ahora vendrán con la monserga del ámbito vasco o estatal. Traduzco lo que quieren decir: exclusión de parte de la plantilla de la empresa del marco regulador de condiciones laborales (convenio colectivo). Sí, eso piden dos sindicatos “de clase”. Que el convenio no se aplique al 40% de la plantilla ¿La razón? Que no computen a la hora de determinar la representación sindical que democráticamente se elija en cada elección…

martes, 6 de septiembre de 2011

No podemos gastar lo que no tenemos

Ha sido la frase más escuchada para justificar la reforma constitucional que limita de forma drástica la posibilidad de déficit público. La frase, que parece de abuela bienintencionada, esconde un cinismo argumental curioso.

Porque la cuestión no está en gastar más de lo que se tiene. Se trataría en todo caso de no gastar más de lo que se vaya a poder pagar. Y el cambio es sustancial. La cuestión sería si “no gastar más de lo que se tiene” (déficit cero o casi) va a tener un efecto negativo sobre el crecimiento y por tanto sobre ese “lo que se va a poder pagar”. Que lo tiene. Porque la garantía de solvencia de un país vendrá o no de la evolución de la economía productiva, la generación de empleo y de recursos. Y las políticas de activación económica que puedan co-impulsar las administraciones públicas necesitan de márgenes para, a veces, asumir déficits públicos.

Cierto es que el déficit conlleva que para ajustar ingresos y gastos o se recauda más, y/o se gasta menos, o/y se financia la diferencia (pedir prestado pagando intereses). ¿Qué se está haciendo? Incrementar el ingreso a través de imposición directa (por ejemplo el IVA); no explorar el incremento de la base o la presión fiscal de rentas altas y rendimientos de capital; financiarse pagando un alto precio por la presión especulativa sobre las emisiones de deuda, la descohesión política europea y la menor credibilidad comparada entre los países periféricos y los centrales; reducir drásticamente gasto… Y para colmo se plantea un dogma preventivo que dificultará hacer políticas contra los ciclos económicos bajistas.

Pero iba a lo del cinismo del argumento. Porque con el presunto adagio del título cualquiera diría que el recurso al endeudamiento fuera una bicha a evitar a toda costa. Y uno mira hacia atrás y se hace cruces.

Precisamente porque si algo caracteriza la situación actual es el enorme endeudamiento que arrastran empresas, familias, entidades financieras y estados. Deuda mayormente privada, no olvidar, y además fomentada y celebrada como auténtica boda de Canaan que demostraba que la desregulación financiera y la creación de derivados financieros podía hacer real la multiplicación de los panes y los peces

El milagro español de los últimos noventa y primer lustro y pico del siglo XXI no se puede entender sin el papel del crédito y del endeudamiento masivo y con alegres ponderaciones del riesgo ligado en buena parte a la burbuja de la vivienda y su construcción. Créditos concedidos por entidades financieras cercanas que a su vez se financiaban pidiendo ese dinero a otras entidades financieras menos cercanas. Las ponderaciones de riesgo por tanto no sólo se hicieron alegres en los efluvios del Rioja o el Jerez, sino en cervezas bávaras o Borgoñas franceses…

Estados Unidos ha convivido con grandes déficits comerciales y por cuenta corriente (de capitales). Además, cachondos como son, promovieron bajadas de impuestos e incrementos brutales de gasto público, más que en hospitales en política exterior e intervenciones militares que fortalecen su hegemonía geopolítica mundial. ¿Cómo resolvieron la encrucijada, léase un déficit de caballo? En efecto, endeudándose como si no hubiera mañana. Dólar como valor refugio, fortaleza de la primera económica del mundo, hegemonía mundial… lo que se quiera, pero déficits y niveles de deuda hasta sobrepasar su propio PIB anual.

¿Se trata de defender la bondad del déficit y el endeudamiento? Evidentemente, no. Se trata de que los compromisos de equilibrio presupuestario no pueden ser tan rígidos como para impedir jugar con políticas fiscales y de gasto con los que hacer frente a algunas situaciones económicas de debilidad de demanda o de inversión privada.

¿Qué puede haber detrás de un planteamiento ideológico y político que asume el recurso a endeudarse por los entes privados como un acelerador formidable del crecimiento económico y sin embargo los estados deben constitucionalizar un continuo equilibrio de cuentas en cualquier circunstancia?

Lo dejo a su consideración y opinión.

sábado, 27 de agosto de 2011

Consideraciones desordenadas sobre la constitucionalización del no-déficit

La limitación por norma constitucional del déficit público ha sacudido la política del país. A bote pronto se me ocurren tres reflexiones:

Una, relacionada con un hecho que cada vez parece más claro. Entre unas cosas y otras, se ha terminado por instalar la idea de que el eje de bóveda de la actuación anticrisis es la austeridad presupuestaria, consolidación fiscal, equilibrio presupuestario. De fondo una percepción equivocada y perversa: estamos en la que estamos por manirrotos gastadores de dinero… público. Han conseguido que una crisis de sobreendeudamiento fundamentalmente privado, financiarización económica y desregulación de mercados se perciba socialmente como una crisis de despilfarro publico.

La segunda, el fondo y la forma de la reforma suenan a una especie de réquiem por la política, por no decir por la construcción política de Europa y hasta por la soberanía de los distintos espacios de poder público de los que nos hemos dotado.

La tercera, con todo y con esto, me da que es una reforma difícilmente constitucionalizable y llegado el caso de casi imposible aplicación.


Intentaré explicar las tres reflexiones a trazos gestálticos, como los impresionistas. O sea a pinceladas desordenadas que al final se supone que definen algún tono o alguna forma. Veremos.

Sobre el déficit. El déficit público es una consecuencia de la crisis, y no el causante de ésta. En el cierre de 2007 España tenía un superavit público superior al 2% del PIB. 24 meses después superaba el 11% de déficit. ¿Por qué? Sobre todo por la caída de actividad económica (más paro, menos demanda…) y la brutal caída de recaudación.

No se trata de hacer apología del déficit. El déficit sale caro. Cuando un país tiene un déficit de ese calibre, está claro que tiene un problemón. Tiene que reducirlo, y mientras lo reduce, necesita financiarlo para cubrir sus necesidades en los plazos cortos y medios. Para ello, o incrementa la recaudación o se endeuda. Emite deuda por la que tiene que pagar un interés.

Cuando se emite deuda pública, los países con peores perspectivas económicas tienen que pagar más caro para colocar la suya, y además se están dando movimientos de carácter especulativo para que los inversores que pueden adquirirla obtengan la máxima rentabilidad. A costa claro, de un mayor pago por esos recursos que el emisor de deuda necesita, lo que le puede estrangular en los plazos cortos o hacer casi quebrar en los largos. Cosas del "dejar hacer" liberal, la autorregulación.

Sin embargo una norma legal que impida dogmáticamente mantener un déficit público reconducible en el futuro, está lastrando la propia capacidad del estado de hacer política económica anticíclica (estimulando la demanda cuando la privada cae o la economía se estanca); también de mantener redes de protección social que hagan frente a las consecuencias de la crisis (paro y pobreza). En el fondo se está condenando a mantener un déficit futuro, no sólo fiscal, sino social. El gran problema de España es su paro, la composición de su tejido productivo, la productividad de una economía que se ha basado excesivamente en elementos con píes de barro. Eso está determinando el déficit.

Se puede hacer un ejercicio de hipótesis. Con la norma que impidiera mantener déficits públicos (en los términos y estructura legal que se determine): ¿qué hubiera tenido que hacer el Estado Español en los 24 meses en los que sus cuentas públicas sufrieron un pendulazo de más de 13% del PIB pasando de 20.000 millones de superávit a 117.000 de déficit? ¿Reducir su gasto público en esos términos hasta el equilibrio presupuestario? ¿Qué consecuencias sociales hubieran tenido esas medidas? ¿Y económicas? ¿Hasta dónde y cuándo hubiera llegado una recesión de detraer de la economía esos recursos?


Sobre Europa y la política. En una entrada anterior  traté de hacer un relato simple sobre la relación en la UE entre la canalización de crédito de las entidades financieras de los países centrales a las de los llamados periféricos. Cómo esto había generado un crecimiento basado en endeudamientos muy altos (en el caso de España con un bien colateral como la vivienda y su precio como elemento clave de este proceso). Y sobre todo, cómo se habían compartido responsabilidades entre los actuales acreedores y deudores, lo que obligaba a alguna forma de mutualización de la respuesta al colapso de esa sobredosis de flujo de crédito.

En ese sentido debían ir medidas como la creación de fondos que pudieran adquirir deuda pública o la emisión de eurobonos, con la idea de aliviar la presión especulativa sobre las deudas soberanas, e impedir que el servicio de la misma (su pago) estrangule el crecimiento futuro de los países (lo que incidirá en su viabilidad de mañana, claro…).

Aquí se va por la línea contraria: A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Construcción europea para canalizar ahorro y capital acumulado a través de crédito con el que dar salida a la capacidad productiva propia. Deconstrucción europea cuando el motor se ha gripado, y toca hacer el control antidoping de la EPO que con alegría se prestó en base a burbujas inmobiliarias y a excesiva laxitud al evaluar riesgos. Digno de estadistas.

Las deudas entre entidades financieras y entre estados e inversores es de tal calibre que todo el mundo es consciente que no va a cobrar todo lo que le deben. Hay un artículo del profesor Arriola que lo explica bien. En ese proceso de quitas futuras mientras se retrasan, se está produciendo una recomposición económica, política e ideológica de consecuencias imprevisibles.

Este tipo de medidas que nos ocupa, impuestas, sugeridas o paulinamente sobrevenidas van en esa direccion, me temo. O al menos pretenden un chantaje irresponsable sobre los estados a cambio de hacer lo que al final tocará hacer si no se quiere que todo el entramado EUROpeo se venga abajo. Es lamentable que se pretenda tener un espacio económico común y lejos de avanzar en su institucionalización política se estén dando pasos reaccionarios en ese sentido: instaurar y constitucionalizar una práctica que exige abrazar el neoliberalismo como ideología de gobierno necesaria es algo que me cuesta creer que se haya evaluado suficientemente. Un error grave, diferido en el tiempo, pero probablemente la medida más estructural y peligrosa que se ha tomado, porque no sólo debilita el estado social en el difícil tránsito de la crisis. Pretende jibarizar la actuación pública con o sin crisis.

domingo, 17 de julio de 2011

Diálogo social: entre la crisis y el lobby


El diálogo social es una forma de poder sindical. Es decir, de poder contractual de las organizaciones de trabajadores y trabajadoras. Sin diálogo social, también se hacen normas, sólo que sin poder condicionarlas. Sin ámbito deliberativo, transaccionable. En definitiva, sin espacio para poder plantear propuesta. Y no me refiero a exponer o gritar esa propuesta, sino a ejercerla. Matizada si se quiere, como es el resultado de cualquier negociación, pero útil, realizable.

En tiempos en los que lo posible se pretende imponer como consecuencia fatal del contexto, este ámbito de confrontación con voluntad de terminar en pacto es sin duda, importante. En este sentido me parece, sin duda, una institución a reivindicar por el movimiento sindical.

Sin embargo el diálogo social está tocado. No puede negarse que el hecho de que la mayor parte de las reformas que están reconfigurando nuestro armazón legal en el plano laboral, se haga sin acuerdos, es un problema. Un problema de eficacia de las reformas, como el tiempo está poniendo de manifiesto, de desequilibrio en las mismas, pero también de vigencia del propio marco de diálogo social. Atravesamos en un momento histórico donde el propio poder real de las instituciones, de los Estados, aparece profundamente condicionado por los llamados mercados. Sería ingenuo pensar que una herramienta de mejora cualitativa de ese poder democrático no sufriese una crisis de operatividad y quizás de legitimación.

Las instituciones de participación sociolaboral aparecen menos útiles cuando más necesarias son. No es ajena a esta situación la actitud que las organizaciones empresariales (o parte sustancial de éstas) han tenido en los últimos procesos de negociación, especialmente el referido a la negociación colectiva. Es más que probable que un sector patronal muy influyente entienda que es momento de que palidezcan los ámbitos de discusión tripartitos o bipartitos entre representantes de la ciudadanía, de los empresarios y de los trabajadores. Prefieren actuar como grupo de presión exclusivo que en espacios compartidos.
Además, en este momento de cuestionamiento de la propia institucionalidad vigente, las organizaciones sindicales podemos estar sufriendo una especie de desgaste de imagen por inducción. Si las instituciones se perciben lejanas, los gobiernos ejercen al dictado de exigencias externas, ademocráticas… se puede preguntar cabalmente ¿qué sentido tienen espacios de discusión que condicionen esas políticas si quién las ejerce no es autónomo, porque no puede o porque no quiere?

En Euskadi hemos conocido ese discurso promovido especialmente desde instancias sindicales y con complicidades en las Administraciones Públicas. Sólo en los dos últimos años, hemos podido ejercer una especie de prueba piloto sobre el recorrido de un marco de diálogo social en el país. En las peores condiciones de crisis, deficiencia competencial, acoso externo… El resultado es evidentemente limitado pero meritorio. Tiene un valor principal que es abrir la posibilidad de la discusión y del trabajo en común entre distintos e incluso entre enfrentados. Algunas medidas concretas y sobre todo, el grado de participación en la decisión sobre las políticas activas de empleo en Euskadi son hitos relevantes.

Por otro lado, el “frente del no” promovido por la DSV (Demagogia Sindical Vasca) tiene más que ver con otras cosas. Una apuesta política por deslegitimar el autogobierno vasco por un lado; un esquema que pretende una relación exclusiva, excluyente y entre bambalinas entre quien ejerce de sol en esa galaxia de la DSV y las instituciones, por otro. El resto de los planetas, satélites y estrellas fugaces ahí andan, girando en movimientos de traslación, de rotación… o los dos a la vez.

Pero más allá de nuestras especificidades, no cabe duda de que el marco del diálogo social, tan ligado al modelo de estado social impulsado en la segunda mitad del siglo XX, los consensos que se forjaron en torno a las políticas keynesianas y el desarrollo de ámbitos públicos que generasen cohesión social y externalidades positivas al propio sistema, está cuestionado. Por tanto, debemos repensar en él. No creo que sea inteligente pretender enterrarlo para soltar lastre de “institucionalidad sindical”.

No hay alternativa. Si el sindicalismo abandona poder contractual donde lo tiene, por más tocado que esté el modelo, estará en peores condiciones de ganarlo en los ámbitos, formatos o espacios que puedan venir o podamos ganar. La reflexión debe ir encaminada hacia como hacerlo compatible con un sindicalismo de proximidad a la gente; como un elemento central pero no único en la capacidad de la sociedad de influir democráticamente en el gobierno de lo común. ¿Por qué no un diálogo social abierto y relacionado con otras iniciativas de carácter social con la que tengamos puntos en común? Trabar alianzas, lobby social a fin de cuentas.

martes, 12 de julio de 2011

La prima de riesgo y Europa; del ying y el yang al protestantismo

La filosofía oriental alumbró el concepto del Ying y el Yang que ha trascendido como fundamento conceptual de la dualidad. Cada idea o cada ser tienen un complemento del que depende su existencia. Aunque parezca una excentricidad, el proceso de construcción de Europa tiene algo de esto.

Lo digo por la peligrosa pendiente por la que la crisis económica está empujando este invento económico y poco político que es la UE. En algunas interpretaciones que se dan en países centrales de Europa (o al menos en segmentos políticos y sociales) esta crisis pone de relieve las distintas velocidades del continente, que explican buena parte de lo que está ocurriendo. Típicos lugares comunes sobre el industrioso norte y el dadivoso sur. La cigarra y la hormiga.

Esta construcción político-moral envuelve bien la conveniencia de no avanzar en un fortalecimiento de Europa como proyecto político que vaya más allá de crear un espacio económico común, una moneda única y una política monetaria destinada a controlar la inflación. Por supuesto también de la extrema dureza de los planes de ajuste, presentados como una especie de saldo de cuentas con tintes de justicia casi bíblica.

Por el contrario, creo que la construcción Europea tuvo mucho más de esquema dual y complementario de lo que se quiere hacer creer. El dibujo circular del Ying y el Yang algo tienen que ver con lo que ha pasado en el histórico proceso de construcción de un marco jurídico-político y económico de una realidad realmente tan diversa.

Sintetizando mucho y probablemente con un trazo imprudentemente grueso: La capacidad enorme de exportación de Alemania y su envidiable balanza comercial requirió de una mejor capacidad importadora del resto de Europa. Rotos los esquemas arancelarios tiempo atrás y deglutiendo la unificación de la extinta RDA, acordaron un proceso de moderación comparativa de su demanda interna que a la vez de mejorar aún más su potencial exportador, generó un enorme excedente de capital.

Fue esa doble circunstancia (necesidad de expandir sus exportaciones y acumulación de capital) la que unida a las políticas de bajos tipos del BCE promovieron el enorme endeudamiento privado en los países periféricos de Europa.

En efecto, en lugares como España las burbujas crediticias pasaron de ser el aceite del motor de la economía real a uno de sus principales combustibles. Vinculadas a estrategias agresivas de alto riesgo por parte de las entidades financieras y a un bien en continúa y suicida revalorización como la vivienda, completaban un círculo que para algunos se presentó como virtuoso.

Es decir, que estamos ante un escenario de responsabilidades compartidas, porque los riesgos eran compartidos. Las políticas de suelo, de fiscalidad respecto a la vivienda, de endeudamiento de bancos y cajas, y de ahí a personas y empresas generan unos efectos. Sustentados, eso sí, en los prestamistas que a su vez no valoraron adecuadamente los riesgos, o haciéndolo prefirieron impulsarlos. Sus buenos retornos financieros y su meritoria capacidad exportadora que se vieron ampliamente retribuidos, son el alter ego del espejismo de riqueza mediterráneo y de otros países.

Los planes de ajuste, la política de las agencias de calificación, los rescates… están priorizando salvaguardar los intereses de la Unión de Acreedores, por encima de la propia capacidad de crecimiento de los países en peor situación. La llamada consolidación fiscal incide en la reducción del gasto público, social y de inversión, rompe consensos sociales. Muy mal camino.

¿Se acabaron las complementariedades de la expansión? ¿Toca moral calvinista en la depresión? Al menos hasta que los que cobran piensen que pueden apretar y (supongo) que no ahogar. En el camino van a debilitar Europa y su legitimidad. Incluso ya está ocurriendo con los propios estados que se perciben como incapaces de ser algo más que cobradores del frac de los acreedores y disciplinadores de deudores.

O se cambia el esquema de prioridades, o se crea una Unión de Deudores que se plante o vienen tiempos oscuros. Porque en nuestra vieja Europa no siempre aquilataron bien donde estaban los límites, y las consecuencias fueron desastrosas.

martes, 5 de julio de 2011

Lo llaman subvención... y no lo es


Hace unos días tuve una pequeña controversia en Facebook a propósito de un artículo tramposo sobre los millones de euros que (decían) se habían concedido a los sindicatos en concepto de subvención. En ella se nos acusaba a CC.OO. y otras organizaciones, de “financiarnos” con los fondos de formación que se gestionan desde Hobetuz (Fundación Vasca para la Formación Profesional Continua). 

Creo que sería bueno aclarar conceptos al respecto. 

En primer lugar, es una inexactitud absoluta hablar de los 2 millones de euros para la formación como una subvención sindical. Los fondos son una transferencia de la Administración Pública (en este caso el Gobierno Vasco) a Hobetuz, una fundación tripartita (Gobierno, Patronal y Sindicatos) para gestionar esos fondos.

Lo que hace CC.OO. de Euskadi es presentar planes de formación que se aprueban o no, en función de una valoración técnica que realiza Hobetuz. Una vez aprobados los planes, esos fondos (en un primer momento el 60%) se ingresan en una cuenta ESPECÍFICA para este tema.

FOREM, la Fundación que gestiona el 100% de ese plan va emitiendo facturas según se desarrolla el mismo, que se van liquidando de esa cuenta. Al final del plazo de ejecución de las acciones formativas se presenta toda la justificación de lo realizado a Hobetuz y se realiza la liquidación final en base a lo justificado y ejecutado.

No hay truco ni puede haberlo. Los fondos sólo salen de esa cuenta para pagar los gastos vinculados al las acciones formativas, y nada más. Si algo se quedara sin realizar (por ejemplo un curso en el que dejan de venir algunos alumnos) lo no ejecutado se devuelve necesariamente a HOBETUZ.

Durante la realización del curso HOBETUZ realiza inspecciones in situ, comprobando que todo va según lo previsto. Y todo, es todo: alumnos, materiales, aula, profesorado…

También realiza inspecciones documentales de carácter económico. Esto no son palabras. En la convocatoria de 2.010 se llevan realizadas casi 600 visitas in situ y casi 400 inspecciones documentales. Asimismo se realizan encuestas y llamadas telefónicas entre 4.000 personas participantes en los cursos para comprobar su realización y su calidad.

A su vez HOBETUZ está obligada a una auditoría anual externa de cuentas y gestión y sometido a controles de Organismos del Servicio de Empleo Estatal (no teníamos entonces la transferencia) Intervención General del Estado, Fondo Social Europeo, OCE del Gobierno Vasco y Tribunal de cuentas.

Es decir:

• Estamos hablando de unos recursos finalistas sometidos a un control exhaustivo, como no puede ser de otra manera. No hay ninguna subvención sindical.

• Estamos hablando de justificaciones documentales hasta el último céntimo. El sindicato no tiene ni un euro de retorno. Los fondos mientras están en la cuenta no tienen salidas y entradas más que para pagar los cursos. Eso es comprobable.

sábado, 2 de julio de 2011

Sindicato, 15-M, negociación colectiva

Como cualquier eclosión social de relevancia las causas que han generado el llamado movimiento del 15-M serán variadas y en algunos casos discutibles. Parece claro que las altas tasas de desempleo, sobre todo juvenil y la falta de perspectiva de que esta situación vaya a cambiar en un plazo medio es una, y seguramente la más relevante. Otras pueden ser la percepción de lo particularmente injusto de una situación generada en los ámbitos financieros y vinculados a prácticas especulativas; y de forma especial la incapacidad de la política (dicho en genérico y en términos de uso social) para erigirse en regulador de esos marcos y mercados. La sensación (bien fundamentada, sea dicho de paso) de que se ha consolidado una falla entre la actuación económica de unos poderes que se presentan ocultos y a los que el poder democrático es incapaz de exigir responsabilidades y regular sobre qué se puede hacer y cómo se puede hacerlo. Más bien al contrario son tales poderes los que a través de determinados mecanismos están dictando las políticas.

Esto ha podido poner encima de la mesa la falta de vínculo entre generaciones nacidas y/o socializadas tras la restauración democrática, que han vivido pero no han sentido la “epopeya” de la transición, y el andamiaje institucional que se derivó de ésta. Buena parte del movimiento del 15-M sitúa en esa ajenidad ante “lo establecido” a las propias instituciones, a los partidos políticos, a los sindicatos y en general a cualquier forma de delegación representativa. Esto merecerá la opinión que merezca, pero forma parte de una especie de decepción colectiva detonada en la coyuntura de crisis, pero larvada en los largos años de relajamiento en la responsabilidad sociopolítica incrustada en la mayor parte de la población.

El sindicalismo no quiere ni puede permanecer a su vez ajeno a los retos que este relato nos plantea. Podríamos correr el riesgo de hacer una lectura precipitada de lo sucedido en este último mes y medio, y lo que ello diagnostica. Esa precipitación nos podría llevar a pensar que debemos alejarnos de los espacios institucionales para poder aparecer como referencia más cómoda para este movimiento y lo que en el futuro signifique. Creo que sería un error y una búsqueda superficial de respuestas simples a preguntas más complejas. Lo que debemos hacer, eso sí, es mucha pedagogía sobre la importancia de que el sindicalismo consolide un poder contractual ante las instituciones. En un momento particularmente delicado, pues es la propia efectividad de la acción de gobierno en sus costuras institucionales actuales asimétricas respecto al poder económico, lo que está en cuestión. Y es obvio que si la “gran gobernanza” está en el disparadero, lo estarán los elementos de participación social que adosada a ella hemos sido capaces de conquistar.

Pero más importante que pedagogía es repensar algunos elementos claves de la acción sindical para buscar un modelo más inclusivo en las cosas que hacemos. El sindicalismo ligado a un modelo de relación industrial preferentemente de tipo fordista se entendió ante todo como el modo colectivo de establecer norma laboral insertada en un contrato social más o menos desarrollado según países y contextos, pero bastante simple y explícito.

En la actualidad la norma se ha hecho heterogénea y el contrato social aparece cuestionado de forma cotidiana. La vivencia laboral y como sujeto social de mucha gente se da en un marco cuarteado, precarizado y fragmentado de forma múltiple.

Si por las circunstancias que sean (que serán variadas y de distinta naturaleza) el hecho sindical aparece vinculado únicamente a la defensa de intereses colectivos en empresas de una determinada dimensión, o en lo que Olaverri definió en un reciente artículo como “las inmediaciones del Estado, (el sector público, las contratas con la Administración, los ex monopolios como las finanzas, las eléctricas o la Telefonica)”, el sindicalismo tendrá un problema serio.

Obsérvese que digo si “aparece vinculado”. Los que ejercemos responsabilidades sindicales sabemos que la mayor parte de nuestros recursos están destinados precisamente a atender y tratar de representar a los otros colectivos, a la otra realidad de la economía terciarizada, externalizada, crecientemente mercantilizada.

Desde instancias de interés económico se intentará fortalecer el discurso de los insiders y los outsiders. De los ultra-protegidos (dirán) y los Infra-protegidos (diremos). Es una vieja dialéctica que pretende cuestionar la norma, el derecho, la dimensión económica de la representación sindical en una pugna por la igualación a la baja.

Obviamente no podemos compartir ese esquema. Pero tampoco podemos obviar que esa sensación se da y está extendida. El largo proceso de diálogo previo a la reforma de la negociación colectiva introdujo un debate sumamente interesante. El de sustituir las viejas inercias de la flexibilidad externa (adaptación a los ciclos de demanda a través del ajuste del volumen de trabajo con la conocida secuencia de contratación temporal-despido) por otra de flexibilidad interna pactada. Se trata de que ante los problemas se adopten medidas acordadas de adaptación intentando incluir al conjunto de los potenciales afectados, evitando despidos aún cuando haya que modificar el estándar de trabajo que se viniera desarrollando en la empresa.

Más allá de la referencia al modelo alemán, o a la amplia utilización de Expedientes de Regulación Suspensivo que por ejemplo en Euskadi hemos hecho, creo que el planteamiento sindical tiene una potencialidad enorme. Por el papel que debe otorgase al sindicato, que legitima el mismo y sobre todo, por pasar de la defensa a ultranza de la norma pautada como torre de marfil, a la relativización inclusiva y democrática de la misma. La aproximación sindical a los colectivos más expuestos varía sustancialmente en un modelo y en otro, bajo mi punto de vista.

La indignación está visiblemente en las plazas y en las calles, donde los zapatos de los sindicalistas entre otras y otros dejaron suela, mucha suela. Y la seguirán dejando. Pero la indignación está o estará en las empresas. Y ahí, sin luces, ni cámaras, sólo está el sindicato para decir "que si, que si, que si SE representan".


Artículo Olaverri (El País "Y salieron a la calle")

viernes, 1 de julio de 2011

El muro que anda, o lo pretende...

Llevaba tiempo con una tarea pendiente. Hacer un blog. ¿La finalidad? Por un lado compartir alguna reflexión propia, que casi siempre estará vinculada con el sindicato y el sindicalismo, y no sea estrictamente la que construimos colectivamente desde CC.OO. de Euskadi. Por otro, trasladar alguna de las posiciones sindicales que no encuentren salida en los medios de comunicación y me parezcan relevantes. Por último, tener una herramienta de opinión que insertar en las redes sociales.


La comunicación parece que cambia rápido. Los procesos de socialización y auto-reconocimiento colectivo de la sociedad en general y de la clase trabajadora en particular, son variados y cambiantes.

Las nuevas tecnologías, las redes sociales, Internet… nos posibilita un cauce de un potencial enorme para cuestionar los oligopolios de información y conformación de opinión. Por otro lado, la inmediatez en la información y la horizontalidad relacional en el contraste de opinión ofrece oportunidades y también algún riesgo.

Sin duda el sindicalismo confederal está sufriendo en propias carnes las consecuencias de una brutal campaña de desprestigio poco inocente y nada casual. Se pretende cuestionar la legitimidad de la representación colectiva de los y las trabajadoras.

Todas las manos, todas, son necesarias para dar a conocer y recibir información y opinión de la gente. Para explicar lo que somos, entender mejor lo que se nos demanda. Y porque no, para tratar de huir (no prometo nada…) del tono sacerdotal, trascendente y recargado que suele acompañar el discurso sindical. Veremos…

Transeúntes de la red. Nos vemos. Y nos leemos.




martes, 7 de junio de 2011

La afiliación sindical. Las cuentas y los cuentos...


Es significativo. Ayer (6 de Junio) en Expansión se hacía una valoración de la caída de la afiliacion sindical en España. La secuencia era:

  • los sindicatos han perdido medio millón de afiliados durante la crisis;
  • esto baja la tasa de afiliación al 16.4%.
  • a su vez consolida en España la más baja tasa de densidad sindical de Europa (después de Francia)
  • Sin embargo, los sindicatos negocian convenios para entre el 80 y el 90% de los trabajadores...
  • ...y aumentan su poder sobre las reformas económicas.

Me ahorro toda la monserga adosada con la lluvia de subvenciones que forman parte del paisaje opinador cada vez que se habla de sindicatos, sea por lo que sea.

Hoy El Mundo se agarra a la percha y editorializa: "La refoma se hará a medida de UGT y CCOO" titula. Y dice de corrido la buena nueva del día anterior: "...el Gobierno parece decidido a hacer una reforma para contentar a UGT y CCOO, que sólo representan al 16% de los asalariados tras perder 500.000 afiliados desde el inicio de la crisis, y castigar a los empresarios..." y bla, bla, bla.

Desde el Observatorio Confederal de Afiliación Sindical de la Fundación 1º de Mayo se ha lanzado hoy la primera valoración de tan pulcra información. La deconstrucción del argumento Expansionista puede ser indicativo del rigor con que se trata de un tiempo a esta parte la realidad sindical en este santo país.

  • La afiliación sindical en España entre 2.007 y 2.010 ha caido en 190.000 personas, de 3.216.000 a 3.026.000 (fuente Mº Trabajo, Encuesta de Calidad de Vida en el trabajo)
  • Esto supone un 5.9% que parecerá mucho o poco, pero desde luego, es bastante menos que la caída de la población ocupada y que la caida de la población asalariada (-10.1% y -9.2% respectivamente)
  • Medir el ratio entre afiliación sindical y población ocupada, como hace Expansión, es un poco tramposo. Supone incluir en tal medida a empresarios, autónomos o cooperativistas.
  • Si se mide el ratio más ajustado, a saber, Afiliación sindical respecto a población asalariada, el resultado es que estamos en el 19.7%, apenas dos décimas menos que el año anterior.

Con todo, el elemento de manipulación más zafio viene cuando se afirma "España es de los países de la OCDE, el que con menos densidad sindical (representatividad de los trabajadores) hay entre un 80 y un 90% de trabajadores afectados por la negociación colectiva"

  • La densidad sindical es la relación entre afiliación y población asalariada
  • La representatividad deriva de las Elecciones Sindicales que se celebran cuatrienalmente, con regulación legal y control oficial de resultados en aquellas empresas con más de 6 trabajadores donde se promueva un proceso electoral

Claro, aquí los datos empiezan a romper estereotipos bien incrustados en el imaginario colectivo por la ímproba tarea de zapa liderada por quien desea romper con la única verdad de esta información (saldrá al final) y, desgraciadamente, avalada por más de uno y de dos y de tres despistados...

  • Se realizan elecciones sindicales en más de 100.000 empresas...
  • ...con más de 8.000.000 de trabajadores en plantilla (y niveles de participación, al menos en Euskadi, no tengo el dato del conjunto del estado por encima del 70%)...
  • ... y más de 300.000 delegadas/os elegidos (por cierto, aquellos a los que en otra campaña digna del Pullitzer se denominó "liberados sindicales", aunque muchos tengan créditos para actividad sindical de 15 horas/mes)
  • Resulta que en esas Elecciones, CCOO y UGT (cito sólo estos por ser los interpelados por la "información") obtenemos más del 75% de la representación...
  • ... y en efecto (es la única verdad de la información), negociamos Convenios Colectivos para más de 13.000.000 millones de trabajadores, ques son en torno al 85% del total de asalariados.

No sé si merece la pena explicar demasiado todo esto. Creo que quien quiere entenderlo lo entiende, y quien no quiere... pues no lo entiende. Si se analizara con los criterios de los dos medios citados la democracia política en España, tendríamos que concluir que el Congreso de los Diputados no representa ni a una vigésima parte de la población (la afiliada a los partidos y no los votantes). Tal dislate se plantea a la hora de hablar de sindicatos por gente que supuestamente sabe lo que dice (a veces lo sabe, vaya si lo sabe...) y aquí nadie se ruboriza...

Pero la cuestión de fondo está planteada en la noticia, por supuesto. Se trata de romper la dimensión económica de la negociación y el convenio colectivo (determinación de condiciones y precio del trabajo); desequilibrar su función canalizadora del conflicto (reforzando la unilateralidad empresarial ante propuestas de pautar la solución de los mismos) e impedir que se consolide la gestión compartida de la flexibilidad o adaptabilidad del convenio (que se defiende en su vertiente teórica siempre que se limite o elimine la facultad de los "representantes" en una suerte de individualización y disponibilidad empresarial). En definitiva se trata de contrarreformar una reforma que a última hora se ha impedido, y que podía ser la más importante en bastante tiempo para mejorar nuestro sistema de Relaciones Laborales, nuestro mercado de trabajo y nuestro tejido productivo.

O sea que tras la información burda, hay una más que pensada estrategia de laminar el poder organizado de los trabajadores. Algo bueno hay. Hablan de creciente poder sindical y de tasa de cobertura del convenio a la cabeza de Europa...

domingo, 5 de junio de 2011

Queremos más Europa, pero no esta Europa (Diario Vasco, 05-06-11)


Artículo publicado en el Diario Vasco, 05-06-11

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) que inequívocamente quiere más Europa, no quiere esta Europa. Para que la UE salga de la profunda crisis económica, social y política en la que la han sumido especuladores, financieros y malos políticos, el sindicalismo no puede actuar sólo. Debe hacer un llamamiento a la sociedad civil en su conjunto para que se movilice en defensa de los valores democráticos y solidarios del modelo social europeo, hoy tan severamente atacado. Esta es una de las conclusiones del recientemente celebrado XII Congreso, que ha tenido lugar en Atenas. La CES tiene 60 millones de miembros de 83 confederaciones nacionales de 36 países y 12 federaciones sectoriales. Es la organización social europea más importante, por tamaño y entronque en todas las sociedades europeas.


No sin debate, la CES ha superado la tentación de limitar la acción de los sindicatos al ámbito de cada país. Es fundamental fortalecer la capacidad de negociación y movilización trasnacionales. Este reto exige debatir sobre cómo articular esta capacidad desde los ámbitos nacionales o estatales, con los de ámbito europeo. Ante problemas globales, las respuestas segmentadas, la renacionalización de los discursos sindicales y políticos, el encerrarse en torres de marfil ni es deseable ni será efectivo. Entre los debates impulsados se incluye la posibilidad de promover una huelga general europea.

lunes, 16 de mayo de 2011

Los trabajadores al rescate de Europa (El Correo, 16-05-11)


Artículo publicado en El Correo, 16-05-11

Atenas acoge del 16 al 19 de mayo el XII Congreso de la Confederación Europea de Sindicatos (CES). El principal foro del sindicalismo europeo se reúne en un momento especialmente complejo y difícil tanto para el sindicalismo como para el proyecto de integración económica y política transnacional que es la Unión Europea.

Para salvar al sistema financiero de la quiebra y evitar la caída en una profunda depresión, los gobiernos de los principales países del mundo, desarrollados y emergentes, reunidos en el G-20 en 2008 y 2009, establecieron como prioridades la reactivación de la demanda y el comercio mundiales, la recuperación del empleo y la protección de los desempleados y una nueva regulación del sistema financiero para evitar crisis futuras.

Pero el pasado mes de mayo todo cambió. El Consejo y la Comisión europea dieron un giro radical a su política, abandonando aquellos compromisos y estableciendo como único objetivo de la acción de los gobiernos la reducción de los niveles de déficit público y de deuda pública, para alcanzar en un plazo breve los parámetros marcados en el Pacto de Estabilidad. Las reuniones de 2010 del G-20 fracasaron y su discurso se reorientó, con contradicciones, hacia posiciones conservadoras. El contraataque del poder financiero mundial, recuperado tras su salvación por los gobiernos y el dinero público, empezó a surtir efecto.