Ha sido la frase más escuchada para justificar la reforma constitucional que limita de forma drástica la posibilidad de déficit público. La frase, que parece de abuela bienintencionada, esconde un cinismo argumental curioso.
Porque la cuestión no está en gastar más de lo que se tiene. Se trataría en todo caso de no gastar más de lo que se vaya a poder pagar. Y el cambio es sustancial. La cuestión sería si “no gastar más de lo que se tiene” (déficit cero o casi) va a tener un efecto negativo sobre el crecimiento y por tanto sobre ese “lo que se va a poder pagar”. Que lo tiene. Porque la garantía de solvencia de un país vendrá o no de la evolución de la economía productiva, la generación de empleo y de recursos. Y las políticas de activación económica que puedan co-impulsar las administraciones públicas necesitan de márgenes para, a veces, asumir déficits públicos.
Cierto es que el déficit conlleva que para ajustar ingresos y gastos o se recauda más, y/o se gasta menos, o/y se financia la diferencia (pedir prestado pagando intereses). ¿Qué se está haciendo? Incrementar el ingreso a través de imposición directa (por ejemplo el IVA); no explorar el incremento de la base o la presión fiscal de rentas altas y rendimientos de capital; financiarse pagando un alto precio por la presión especulativa sobre las emisiones de deuda, la descohesión política europea y la menor credibilidad comparada entre los países periféricos y los centrales; reducir drásticamente gasto… Y para colmo se plantea un dogma preventivo que dificultará hacer políticas contra los ciclos económicos bajistas.
Pero iba a lo del cinismo del argumento. Porque con el presunto adagio del título cualquiera diría que el recurso al endeudamiento fuera una bicha a evitar a toda costa. Y uno mira hacia atrás y se hace cruces.
Precisamente porque si algo caracteriza la situación actual es el enorme endeudamiento que arrastran empresas, familias, entidades financieras y estados. Deuda mayormente privada, no olvidar, y además fomentada y celebrada como auténtica boda de Canaan que demostraba que la desregulación financiera y la creación de derivados financieros podía hacer real la multiplicación de los panes y los peces
El milagro español de los últimos noventa y primer lustro y pico del siglo XXI no se puede entender sin el papel del crédito y del endeudamiento masivo y con alegres ponderaciones del riesgo ligado en buena parte a la burbuja de la vivienda y su construcción. Créditos concedidos por entidades financieras cercanas que a su vez se financiaban pidiendo ese dinero a otras entidades financieras menos cercanas. Las ponderaciones de riesgo por tanto no sólo se hicieron alegres en los efluvios del Rioja o el Jerez, sino en cervezas bávaras o Borgoñas franceses…
Estados Unidos ha convivido con grandes déficits comerciales y por cuenta corriente (de capitales). Además, cachondos como son, promovieron bajadas de impuestos e incrementos brutales de gasto público, más que en hospitales en política exterior e intervenciones militares que fortalecen su hegemonía geopolítica mundial. ¿Cómo resolvieron la encrucijada, léase un déficit de caballo? En efecto, endeudándose como si no hubiera mañana. Dólar como valor refugio, fortaleza de la primera económica del mundo, hegemonía mundial… lo que se quiera, pero déficits y niveles de deuda hasta sobrepasar su propio PIB anual.
¿Se trata de defender la bondad del déficit y el endeudamiento? Evidentemente, no. Se trata de que los compromisos de equilibrio presupuestario no pueden ser tan rígidos como para impedir jugar con políticas fiscales y de gasto con los que hacer frente a algunas situaciones económicas de debilidad de demanda o de inversión privada.
¿Qué puede haber detrás de un planteamiento ideológico y político que asume el recurso a endeudarse por los entes privados como un acelerador formidable del crecimiento económico y sin embargo los estados deben constitucionalizar un continuo equilibrio de cuentas en cualquier circunstancia?
Lo dejo a su consideración y opinión.
1 comentario:
Hablando siempre desde mis carencias cognitivas en cuanto a macroeconomía subrayo lo siguiente:
Desde mi punto de vista todo el debate surgido en las últimas semanas en el tema déficit me genera inquietud. Renunciar de facto a una de las posibilidades con las que el propio sistema, en este caso español, cuenta para regular ciclos adversos, conlleva irremediablemente a autolimitar la respuesta de un estado. ¿Por que? Frustra.
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