jueves, 12 de julio de 2012

Socialmente canalla. Económicamente suicida


Las medidas presentadas, entre vítores y risas, por Mariano Rajoy constituyen el mayor recorte social y económico que hemos conocido en democracia. 65.000 millones de euros en dos años y medio suponen una cantidad cercana al 7% de PIB con la idea de disminuir el déficit público más de 6 puntos en lo que queda de 2.012, 2.013 y 2.014.

Se plantea esta cura de adelgazamiento atacando a algunas de las partes más delgadas del cuerpo. Personas sin empleo a las que se les reduce la prestación contributiva; rentas más bajas a las que la subida del IVA les supone un mayor quebranto proporcional en su renta; golpe bajo a la solvencia del sistema de pensiones al reducir dos puntos las cotizaciones sociales.

Conjuntamente una nueva vuelta de tuerca al sector público y a sus empleados/as convertidos ya en una especie de piñata recurrente a la que arrear palos cada seis meses. Una ración de populismo rancio con ecos falangistoides respecto a “lo político” con una reducción del número de concejales (que de paso afianzará el bipartidismo en la política municipal) y la consabida reducción de subvenciones a las organizaciones en las que se sustenta el modelo democrático constitucional. Y todo aderezado con risotadas, aspavientos, aplausos y actitudes hooliganistas.

Medidas desequilibradas, injustas, cínicas (lo de reducir la prestación del paro para incentivar la búsqueda de empleo en un país con casi el 25% de tasa desempleo es indecente). Medidas socialmente canallas. Como se recoge aquí, una agresión a las personas en paro, a los empleados públicos, a la economía y a la democracia

Por si fuera poco, la lógica económica de estos recortes está lejos de ser una lógica anticrisis. Cualquiera sabe, incluido el Gobierno, que el recorte presupuestario de estas medidas va a deteriorar más la economía. Este bofetón a la inversión pública y al consumo cuando los sectores privados de la economía están en un proceso de desendeudamiento, cuando el crédito no fluye ni para financiar el circulante de empresas perfectamente solventes, supone crecer menos, incrementar el paro, disminuir los ingresos, mantener cuentas públicas deterioradas, necesitar financiación externa, sufrir la acción de los inversores (mercados) y volver a sufrir un paquete de ajuste que alivie la presión sobre la deuda soberana española durante quince días aunque nos hunda estructuralmente más en el pozo. Y de paso aplicando un programa político conservador y un deterioro del sistema democrático sin medida previsible.

Rajoy dijo en su intervención parlamentaria que el gran problema del país era el sobreendeudamiento de todos los agentes económicos. De todos, enfatizó. De todos, sí. Pero distinguiendo. Entre la deuda de las entidades financieras, la de las empresas del IBEX-35 y la del 10% de las familias de renta más alta acumulan el 55% del total de deuda. El resto de las familias, las empresas que no son del IBEX-35 y las administraciones públicas acumulan el 45% del total de la deuda.*

Por tanto estas medidas suponen incidir en el 18% del problema (el porcentaje de endeudamiento público sobre el total) pero además deteriorando a las personas con menos renta y a las empresas en su faceta productiva (aunque sí han sido recompensadas con una rebaja de cotizaciones sociales y por tanto de masa salarial, y con reformas estructurales destinadas a rebajar los salarios y reforzar el poder coercitivo del empresario).

Se busca desesperadamente rebajar el déficit porque es caro refinanciar la deuda. Es caro porque los “mercados” actúan a su antojo ante el desastre europeo, hacen negocio con la debilidad de los estados periféricos, y refuerzan el hegemonismo financiero alemán representado por su gobierno conservador. Los paganos son el modelo social, los asalariados de los países a los que “suicidan” y la propia economía productiva, amén del descosido que están haciendo en la legitimidad democrática que tendrá consecuencias imprevisibles.

Si no hay un cambio en el rumbo de las políticas esto tiene muy mala pinta. Con reformas fiscales progresivas aquí que mejoren la base fiscal y la recaudación sin perjudicar la actividad económica. Pero no bastará, será necesario que a nivel europeo se habiliten fórmulas para permitir que los países con déficits puedan refinanciarse a bajos precios sin exigir que se estrangulen económicamente y puedan mejorar sus cuentas progresivamente.

Con medidas de reactivación económica que pasen por planes de estímulo que sólo pueden ser globales y por mejorar la demanda de los países centrales aunque conlleve un incremento de inflación. Sin un presupuesto europeo digno de tal nombre y una política fiscal federada esto no es posible.

Con medidas tendentes a un reparto de la riqueza más equitativo, a través del empleo y sistemas de transferencias de renta con carácter social. Polarizar la renta y pensar que se puede compensar esta situación con el recurso ilimitado al crédito y el endeudamiento es un esquema que ha saltado por los aires.

Con medidas que sitúen al sistema financiero en disposición de suministrar crédito. Es de tal calibre el globo que se ha pinchado (por ejemplo hay 35 billones de euros de deuda pública en el mundo) que los que hincharon las velas del modelo de crecimiento de los últimos 20 años no pueden cobrar todo lo que prestaron. Es más, su papel de lobby está haciendo que el resto tenga que ir a remar a galeras durante mucho, mucho tiempo.

Y con medidas que refunden una Europa con un gobierno político y económico democrático en un momento en el que la unión monetaria limitada a un espacio de librecambio y política anti-inflación rompe sus costuras por todos lados. Costuras que no impiden que a través del Pacto Fiscal la Comisión Europea se esté atribuyendo competencias sobre reformas estructurales (por ejemplo en normas sobre fijación de salarios) que van más allá de las exigencias de austeridad y para las que no está mandatada.

Esto no es un tema neutro. Es una cuestión de intereses y para cambiar las prioridades hace falta política. Mucha voluntad política. Las medidas de Rajoy son las de un Corregidor. Eso sí, un Corregidor defensor de las bondades del Su Majestad. Y las consecuencias las pagamos nosotros. Por eso si no quieren escuchar hay que gritárselo. En la calle y en los tajos. A la faena…


*La deuda total en España supera la friolera del 406% del PIB. De ella la deuda pública es del 76% del PIB. La privada de 324% del PIB. De ésta, la correspondiente a las sociedades financieras es del 106% PIB, de sociedades no financieras el 135% PIB y la que corresponde a lo que se suele denominar familias, el 82% del PIB (el 75% de la deuda familiar relacionada con la vivienda) [Datos Banco de España, elaboración Juan Laborda]



1 comentario:

Anónimo dijo...

Las medidas son más bien las de un registrador de la propiedad de Santa Pola (Alicante); está "parcelando" todas y cada una de las áreas funcionales, territoriales, temporales y levantando escrituras a favor de Alemania y Francia.