El
viernes tuve la suerte de compartir una reunión informal con el Secretariado
del Partido de la Izquierda Europea- European Left. Debo agradecer a Isabel
Salud, coordinadora general de Ezker Anitza las gestiones para que tal
encuentro se pudiera hacer antes de un acto político que tenían programado.
Tenía
interés en escuchar de primera mano su visión sobre lo que está pasando en
Europa y el tipo de alternativa que desde esa internacional política se quiere
plantear. Tengo que decir que por cuestiones de agenda la cita fue de una hora
y cuarto con lo que no pudimos profundizar demasiado, obviamente. En todo caso
sirvió para algunas cosas.

En
mi intervención, de forma breve hice alguna referencia al tipo de crisis que en
mi opinión tenemos por delante. Más allá de la económica, la política y la
social. Activar una alternativa de construcción democrática de Europa,
constitucionalizando un espacio real de acción
que permita implementar políticas anti-ciclo, fiscales, presupuestarias,
expansivas especialmente en los países donde más márgenes tengan sus propios
aparatos productivos.
También
me interesaba ver como percibían la acción de la Confederación Europea de
Sindicatos.
Hubo
unanimidad a la hora de poner el acento en la dimensión política de la crisis.
Hablaban de crisis política, social y humanitaria; sin muchos ambages de un
intento de acabar con la democracia. Tampoco había dudas en definir el europeo
como un nivel de lucha. Resultó particularmente ilustrativa la intervención de
la representante griega (Synaspismos, Syriza, segunda fuerza en el parlamento
griego, y primera en las actuales encuestas). El 20-F celebran su vigésimo
octava huelga general, y reconocía con una sonrisa un tanto triste, de la
insuficiencia de la respuesta en un país, especialmente cuando está acosado por
los distintos MoU bajo el chantaje de la insostenible situación de su nivel de
endeudamiento.
He
de decir con satisfacción que todas las
intervenciones destacaron las movilizaciones del 14-N como una auténtica
referencia. Yo, voluntariamente no lo mencioné, pero sí ellas y ellos. Hacían
un análisis ajustado a realidades distintas de la situación laboral. En Grecia,
el laboratorio de políticas neoliberales en palabras de la representante, a partir de marzo los empresarios podían negociar individualmente las condiciones de trabajo. Iban a perder vigencia (dicho con otras palabras) los contratos
colectivos (convenios). Evidentemente la pérdida de vigencia de los convenios
en España me vino a la cabeza. Pero también el punto que el BCE exigió a
Berlusconi en una carta respecto a la negociación colectiva:
La
representante de Die Linke habló de la política de contención salarial de la
última década en su país. Coincidía en la necesidad de activación salarial como
una medida de reparto de la riqueza en Alemania y de activación de la demanda
en el conjunto de la unión. Sin duda, una reflexión que se abre paso en ese
país donde la DGB la propugna, junto con la propuesta de un Plan Marshall para Europa.
Otra
coincidencia en todos ellos/as era la necesidad de tender alianzas entre las
fuerzas políticas, sindicales y sociales. Hablaban de foros compartidos como el
que se va a celebrar en Túnez o la cumbre alternativa de Atenas.
Fue
significativo que la reflexión sobre la posible respuesta en clave populista a
la crisis era totalmente compartida por la compañera búlgara y los
representantes griegos. En Bulgaria, donde según dijo los sindicatos no son
visibles (aunque hizo mención al 14-N como un momento de visibilidad), hablaba
abiertamente del riesgo del fascismo por la simplicidad de sus argumentos. En
Grecia qué decir, con la amenaza de Aurora Dorada campando por las calles de
Atenas en un recuerdo de las negras camisas que asolaron Europa hace no tantas
décadas.
Me
pareció interesante no percibir ninguna opción euroescéptica o anti-europea.
Parecían convencidas de que el reto es construir una Europa de izquierda y no
se habló de volver a conceptos de soberanía estatales, aunque como digo,
tampoco pudimos profundizar en todo.

Preguntaron
por la CES. Hacían una valoración positiva de la relación entre EuropeanLeft y
la CES, y más aún de los pasos dados en los últimos tiempos. Pero aunque no lo
dijeron, se intuía una cierta reserva al papel realizado a lo largo de la
crisis. Les plantee la complejidad que supone una confederación de
organizaciones tan distintas, en países dispares, con situaciones y
aproximaciones distintas a la crisis. Por eso los pasos son difíciles, pero
tiene valor haber articulado una propuesta en torno a un nuevo contrato social europeo, la intervención del BCE, la necesidad de un mayor presupuesto europeo
y su financiación con un impuesto a las transacciones financieras. Con toda
seguridad habría que avanzar en un auténtico sindicato europeo y no una mera
coordinadora, pero parece prioritaria la construcción política real de Europa
como elemento ¿previo? sobre el que construir una intervención coherente y más
efectiva de ese sindicato europeo.
En
la medida de las posibilidades les expliqué brevemente algunas iniciativas que
pretendemos hacer próximamente y las que hemos realizado entre CCOO de Euskadi, la CGIL de la Toscana y
la DGB de Renania-Palatinado.
En
fin, una reunión interesante con una de las familias de la izquierda política
europea. En un momento en que la política, la alternativa democrática y
progresista, y la dimensión europea se tienen que conjugar. Parece obvio que
mientras se mantenga esta deficiente construcción política Europea, se va a
imponer de facto la opción de la devaluación interna en los países debilitados
que dependan de financiación externa. La otra opción, la integración fiscal y presupuestaria
que permita políticas contra el ciclo, necesita de una ofensiva social y
política. Y el BCE jugando con la válvula de presión del coste de
refinanciación de la deuda soberana, como lo del palo y la zanahoria, para
promover un cambio en la fisonomía social y laboral de la zona Euro.
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