miércoles, 13 de noviembre de 2013

Tubacex y los salarios


En los últimos días se ha formado una polémica en torno a la decisión de Tubacex de abrir una planta de producción en Cantabria y su supuesta relación con los costos salariales más bajos respecto a los de las plantas de Amurrio y Laudio.

En primer lugar convendría relativizar el alcance de esta noticia. Las empresas toman continuamente sus decisiones de inversión en función de múltiples factores. Empresas y sectores de producción de bienes y servicios invierten aquí o allá, se han marchado o han venido… En Euskadi, en España o en Europa. Quizás el hecho de que sea una empresa industrial de relevancia en el Valle de Ayala por un lado, y que se haya argumentado que el motivo es salarial por otro, hayan sido los detonadores de la polémica.

Parece evidente que las empresas cuyo coste salarial tenga una gran importancia en su estructura de costes, van a tener este factor muy en cuenta. Una gran diferencia salarial entre unos territorios u otros podría llegar a incentivar procesos de deslocalización. Los servicios de atención telefónica son un ejemplo obvio.

Sin embargo esto no es tan sencillo en las empresas industriales internacionalizadas donde el salario es una parte menor del conjunto de costes, y por otro lado trabajan con distintos centros y líneas de trabajo en red.


Fijar la localización de empresas en nuestro territorio no puede tener como único ni principal termómetro el coste salarial comparado con el entorno más próximo. Variables como la dotación de infraestructuras, los sistemas de cualificación de trabajadores, los entornos de proveedores de bienes o servicios, etc. tienen mucha importancia. La productividad de las empresas no puede limitarse a una relación simple con el coste de la hora trabajada. Más bien al contrario, serán otros elementos generadores de valor añadido.

Vincular la decisión de Tubacex a una cuestión de costes salariales es una simplificación tendenciosa. Dicho esto, el mundo sindical y más en Euskadi debe incorporar una reflexión. Ni vivimos en una isla, ni la realidad empresarial, de la negociación colectiva o de los costes salariales de los ámbitos cercanos a una empresa nos pueden ser ajenos. La llamada deslocalización no es un tema estrictamente territorial, ni mucho menos.

La ruptura de ámbitos generales de convenio colectivo y la apertura de brechas salariales, atomización y crecientes divergencias de condiciones de trabajo, abren la puerta al subasteo laboral por parte de las empresas que acabará condicionando el conjunto de las condiciones de trabajo. De un territorio a otro; de una empresa principal a una externa;  de un convenio de aplicación a otro en peores condiciones; incluso de una empresa donde convivan trabajadores con y sin convenio. Cuestiones todas estas que promueve de forma nítida la nueva legislación laboral, determinadas prácticas empresariales y algunas prioridades sindicales filocorporativas.

Por eso el sindicalismo de clase debe defender los convenios de carácter sectorial, de diversos ámbitos geográficos y convenientemente articulados entre si, y entre el sector y la empresa. 

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