Ayer conocimos que ya son menos de la mitad de las y los
trabajadores activos os que tienen un empleo a tiempo completo con contrato
indefinido. Creo que por primera vez y sino ya vendrá el termómetro de Ana
Pastor a corregirme. O dicho de otro modo, ya son más de la mitad de las personas
que buscan o y no encuentran, o tienen un puesto de trabajo con un contrato temporal, o uno a
tiempo parcial, o las dos cosas a la vez. Precarización del empleo muy profunda
y muy rápida.
Además se ha debilitado el poder vinculante del convenio
colectivo e incluso se abre la puerta a su disolución. Es decir, las normas laborales
colectivas, que impulsan una tendencia a cierta cohesión en las condiciones de
trabajo de la gente son normas que cada vez ofrecen menos certidumbres, cubren
a menos gente (especialmente en Euskadi), e incluso corren el riesgo de
desaparecer. Por tanto la tendencia a la fragmentación y segmentación de
condiciones de trabajo puede aumentar de forma rápida.
Estos dos factores en un contexto de cierto crecimiento económico
que pueda conllevar mejora de las tasas de empleo, son un foco de
conflictividad por la creciente desigualdad que plantean dentro de las propias
empresas.
A veces una crisis con tasas de paro como las actuales tiene un
efecto disciplinador. Disuade el
conflicto por el riesgo de perder lo más valorado que es el propio puesto de
trabajo. Qué decir de quien entra a trabajar en casi cualquier condición, como
dramáticamente estamos comprobando estos días.
El sustrato de malestar está ahí, se ha canalizado socialmente,
incluso ya electoralmente.
Pero suele pasar que ante situaciones de crecimiento aunque sea
leve, que conlleve mejoras en las expectativas de empleo, se manifiestan los
problemas acumulados, sobre todo por la vía del agravio comparativo.
Y aquí aparece la persecución del ejercicio del derecho de
huelga con causas penales y peticiones de cárcel. Algunos van preparando el
terreno, y no sólo por los cambios electorales sobre alcaldes más votados.
En otras coyunturas históricas se apelaba al cirujano de hierro.
Ahora que somos más finos lo podemos llamar cuestionamiento creciente de las
libertades y garantías en el ejercicio de derechos, ante el proceso de
deconstrucción de buena parte del modelo laboral y social.
Pero parece obvio que no se pega puntada sin hilo. Por eso la
defensa y la solidaridad con los imputados por las huelgas es un hito más en la
lucha por un modelo de dignidad laboral, derechos colectivos y fortalecimiento
de la organización de la gente trabajadora. El 9 de julio concentraciones en
las capitales de los territorios y en todo el estado. #huelganoesdelito
No hay comentarios:
Publicar un comentario