jueves, 3 de julio de 2014

El acoso a la protesta laboral, o prevenir los efectos de la desigualdad


Ayer conocimos que ya son menos de la mitad de las y los trabajadores activos os que tienen un empleo a tiempo completo con contrato indefinido. Creo que por primera vez y sino ya vendrá el termómetro de Ana Pastor a corregirme. O dicho de otro modo, ya son más de la mitad de las personas que buscan o y no encuentran, o tienen un puesto de trabajo con un contrato temporal, o uno a tiempo parcial, o las dos cosas a la vez. Precarización del empleo muy profunda y muy rápida.

Además se ha debilitado el poder vinculante del convenio colectivo e incluso se abre la puerta a su disolución. Es decir, las normas laborales colectivas, que impulsan una tendencia a cierta cohesión en las condiciones de trabajo de la gente son normas que cada vez ofrecen menos certidumbres, cubren a menos gente (especialmente en Euskadi), e incluso corren el riesgo de desaparecer. Por tanto la tendencia a la fragmentación y segmentación de condiciones de trabajo puede aumentar de forma rápida.

Estos dos factores en un contexto de cierto crecimiento económico que pueda conllevar mejora de las tasas de empleo, son un foco de conflictividad por la creciente desigualdad que plantean dentro de las propias empresas.

A veces una crisis con tasas de paro como las actuales tiene un efecto disciplinador. Disuade el conflicto por el riesgo de perder lo más valorado que es el propio puesto de trabajo. Qué decir de quien entra a trabajar en casi cualquier condición, como dramáticamente estamos comprobando estos días.

El sustrato de malestar está ahí, se ha canalizado socialmente, incluso ya electoralmente.
Pero suele pasar que ante situaciones de crecimiento aunque sea leve, que conlleve mejoras en las expectativas de empleo, se manifiestan los problemas acumulados, sobre todo por la vía del agravio comparativo.

Y aquí aparece la persecución del ejercicio del derecho de huelga con causas penales y peticiones de cárcel. Algunos van preparando el terreno, y no sólo por los cambios electorales sobre alcaldes más votados.

En otras coyunturas históricas se apelaba al cirujano de hierro. Ahora que somos más finos lo podemos llamar cuestionamiento creciente de las libertades y garantías en el ejercicio de derechos, ante el proceso de deconstrucción de buena parte del modelo laboral y social.

Pero parece obvio que no se pega puntada sin hilo. Por eso la defensa y la solidaridad con los imputados por las huelgas es un hito más en la lucha por un modelo de dignidad laboral, derechos colectivos y fortalecimiento de la organización de la gente trabajadora. El 9 de julio concentraciones en las capitales de los territorios y en todo el estado. #huelganoesdelito



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