Se solicitan penas de hasta 3 años de cárcel para un sindicalista de Navantia y dos afiliados a
CCOO. 8 sindicalistas de Airbus se enfrentan a peticiones de 66 años de cárcel
por ejercer el derecho a la huelga. La fiscalía solicita cuatro años y medio de
cárcel para la secretaria general de Illes Baleares de CCOO, por hechos sucedidos
en la huelga general de marzo de 2012, sobre los que no existe ni una sola
prueba.
Manifestación solidaridad con los imputados Airbus |
No son noticias sacadas de otra época. Son una breve reseña
de los 49 procedimientos abiertos a 147 representantes y dirigentes del
sindicato, promovidos por la Administración del Estado y el Ministerio Fiscal.
En opinión de CCOO, se trata de una restricción ilegítima de los derechos
democráticos y de una nueva vuelta de tuerca en la cruzada que ha emprendido el
Gobierno contra las organizaciones sindicales.
No cabe duda de que se pretende amedrentar al activo
sindical a la hora de desarrollar un derecho fundamental como es el de la
huelga. También es evidente que no lo conseguirán, ya que la huelga no es más
que la expresión del conflicto latente en las relaciones económicas y
laborales. Aplicar políticas que deterioran la posición de las y los
trabajadores tanto en el campo laboral como en el social, es agudizar ese
conflicto, y el sindicato no es más que una herramienta de organización del
mundo del trabajo.
Se está instalando en las élites dirigentes, tanto políticas
como económicas, un neo-autoritarismo que pretende coartar el ejercicio de
derechos fundamentales. El modelo social característico de las sociedades de
nuestro entorno consistía entre otras cosas en un compromiso compartido y “constitucionalizado” para que el
poder público se responsabilizara de una serie de necesidades de las personas a lo largo
de la vida: la salud, la educación, el derecho laboral, determinadas contingencias que
surgen a lo largo de la trayectoria laboral, la jubilación, incluso las
situaciones de dependencia… Además de forma paulatina conseguimos que estas
necesidades cubiertas fueran exigibles al poder público. Es decir, que fueran
derechos.
Katiana Vicens, S.G. de Baleares durante una huelga |
En un momento en el que se considera ese modelo social como
un lastre para el desarrollo económico y en el que hay una ofensiva ideológica
para desmontarlo, se pretende romper la posibilidad de exigencia de esos derechos.
Saben que hay un amplio consenso ciudadano en torno al modelo de
responsabilidad pública sobre estas cuestiones, y nadie que pretenda gobernar (al menos elegido
por votos) puede aun plantear abiertamente su eliminación o jibarización.
Por tanto se trata de relativizar garantías, posibilidades de
exigencia de derechos y, muy importante, deteriorar o laminar el papel de las
organizaciones que están en la base de muchos de esos derechos.
No es sólo la huelga. Son las tasas judiciales para evitar
el recurso ciudadano a la reparación de la justicia. Es el deterioro de la
imagen de lo público intentando relacionarlo con la ineficacia. Y por supuesto,
es debilitar la capacidad de actuación de los sindicatos.
Criminalizar el ejercicio del derecho de huelga no es un
verso libre en todo este movimiento. El sindicalismo de clase está siendo
sometido a una intensa campaña de descrédito. Nuestras herramientas de
actuación pretenden limitarse o eliminarse. La interlocución social de las
organizaciones representativas de las y los trabajadores (eso somos los
sindicatos) se pretende llevar a vía muerta.
Al igual que la capacidad de los convenios colectivos de dar
cobertura al conjunto de los trabajadores de una empresa o un sector. Si se pasa de que 80 de cada 100
trabajadores tengan un convenio colectivo de referencia, a una tasa del 25 o el
30%, la desregulación total del mercado laboral estaría más cerca. Para la
ideología que pretende ser hegemónica, el mercado laboral no es más que otro
mercado, como una lonja de pescado o una tienda de tornillos.
Huelga General del 14-N en Bilbao |
En esta dinámica destinada a reducir costes laborales,
desprenderse del modelo social como fórmula de competitividad económica y
evitar el derecho ciudadano a la reclamación, tanto jurídica como a través de la
movilización social, debiéramos entender las actuaciones contra nuestros
compañeras y compañeros.
CCOO no es ni un médico forense que determina el por qué de
las muertes, ni va a caer en lamentos de plañidera. Debemos entender la
profundidad de las cosas para actuar en consecuencia. Ante el intento de
deslegitimarnos, ejemplaridad y transparencia. Si pretenden dejarnos sin herramientas
de acción sindical, nosotras y nosotros a tratar de rescatarlas. Si se quiere
podar nuestra legitimidad representativa, a reforzar nuestra legitimidad
organizativa que se concreta en afiliación y representación en las empresas,
presencia en los centros de trabajo, confederalidad para multiplicar lo que
pretenden restar.
Eso sí, la solidaridad es parte de nuestro ADN. No les vamos
a dejar solos ni solas. Ánimo compañeras y compañeros. La huelga no es delito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario