Si la cosa hoy no sale demasiado mal, se llegará a un
acuerdo con Grecia en la que el Gobierno heleno pondrá nuevas medidas de
ajuste, “con bisturí” en materia
fiscal y parece que sobre pensiones. Teniendo en cuenta que el fin de semana apuntaba
a un lunes “de cuchillos largos” y no
era descartable aumentar la presión hasta amenazar con salidas de depósitos,
posible corralito y prima de riesgo desatada, parece una patada a seguir que
refuerza al Gobierno Tsipras. La reacción de la Liberal Army en redes sociales pidiendo caña, caña, caña, aún sin
empezar la reunión del Eurogrupo, sitúa un adecuado contrapunto.
Me preocupa el mensaje que una parte de gentes de izquierda
está dando al respecto, simplificando un mensaje sobre democracia, soberanía
griega y medidas contra la austeridad. Se viene a decir "hay que hacer esto porque es lo que los griegos dicen, y
cualquier otra opción es un ataque a la democracia y a la soberanía
griega". No prejuzgo que se haga con mala intención claro, pero poner
la bandera de la resistencia en el mástil soberanista griego me parece un error
de fondo. También hay soberanía danesa, alemana, francesa o noruega. Y el
problema es que en estos países se asienta una opinión pública hegemónicamente similar
a los acreedores, que va cristalizando en opinión electoral en forma de populismo
de derechas y eurofobia.
La izquierda no se puede quedar en el postureo de una
"solidaridad voluntarista" con Grecia. Hay un tal Rodrik que planteo un dilema triple, o
sea, un trilema, que convendría tener
en un pos-it pegado al ordenador, al
cuaderno o a lo que sea. La tesis de Rodrik viene a ser que debemos elegir
dos de entre estos tres conceptos: globalización económica, democracia política
o soberanía nacional, puesto que no es posible un mundo hiperglobalizado y
plano, con democracia y soberanía de los Estados, todo al mismo tiempo y con la
máxima intensidad.
Es decir que una integración económica global no es
compatible con pretender una política que satisfaga las preferencias
democráticas de las mayorías sociales, desde el marco soberano del
estado-nación.
Por tanto:
- O se revierte el proceso de integración económica, para que un estado neo-autárquico gestione las preferencias democráticamente expresadas (probablemente con un empobrecimiento acusado)
- O se continúa en una economía globalizada y se gobierna desde el estado nación, pero entonces se limitan las opciones de la política real, sometida al poder económico, probablemente en claves autoritarias (y probablemente acentuando las crisis de legitimidad de los sistemas representativos que empezamos a atisbar)
- O se mantiene un grado de integración económica en el que las decisiones democráticas rigen la vida pública, eso sí, desde un nuevo campo prevalente en la política democrática que debiera ser Europa. (Y eso supone definir las preferencias democráticas desde un "demos" distinto.)
Seguramente ese esquema ofrece muchos matices y graduaciones.
Háganse si se quieren. Pero junto con la tensión
entre sociedad más igualitaria o sociedad más liberalizada, creo que
definen los puntos cardinales de una construcción ideológica de fondo. Y creo honestamente, que no se está haciendo porque no se quiere decir que por qué
opción se apuesta. Todas tienen coste y se ha optado por la política del cero
coste (en el corto plazo, claro…)
Mi opinión es coincidente con la que desde la Confederación
Europea de Sindicatos se viene expresando. Hay que reforzar un espacio de
gobierno político central en una Europa federalizada, pese a las enormes
dificultades y resistencias, más allá de la actual gobernanza débil
inter-estatal. Con mayor capacidad fiscal y presupuestaria y posibilidad de
políticas económicas más integradas e integrales para hacer frente a crisis
asimétricas, porque es sumamente asimétrico el ámbito europeo, su disposición
productiva, etc.
De otra manera ni Grecia, ni políticas alternativas en los
estados (sobre todos los más débiles o debilitados económicamente), ni
auténtica solidaridad ideológica y política, tienen mucho recorrido. Más allá
del bienquedismo… ya, ya sé…
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