Es cierto que la situación de la
economía a nivel de las grandes cifras macroeconómicas ha cambiado. Con muchas
incertidumbres aún, pero todas las previsiones apuntan a crecimientos del PIB
tanto en Euskadi como en España por encima del 2,5%.
Sin embargo vemos que esta
evolución no lleva aparejada una recuperación del empleo de forma estable y
sostenida. Conocido el dato de la EPA del año 2015, es evidente que hay menos
paro, pero también que cae la tasa de actividad, repunta la contratación
precaria, bajan los salarios medios, se incremente la desigualdad, etc.
Hay que deshacer un mito de forma
categórica: que el mero crecimiento de la economía genera más bienestar en la
mayoría social. Esto sólo es así, cuando hay canales adecuados para
redistribuir la riqueza que se crea. Y en este momento, este no es el caso.
Esos canales adecuados se regulan
desde la política y se gobiernan desde la correlación de fuerzas en la
sociedad. Por tanto necesitamos política
consistente y sociedad organizada, particularmente en las relaciones
económicas, por tanto laborales y con un papel fundamental del refuerzo del
sindicalismo.
Creo que hay que respetar los
tiempos y las incertidumbres en la política. Los partidos, unos y otros, se han
adentrado en un territorio inhóspito tras los resultados del 20-D, y es lógico
que lo recorran con precaución, con dudas y con incertidumbres. Pero sería malo, muy malo, que cundiera en
la población la sensación de que la política ha caído en un tacticismo
exagerado. O mejor dicho, que la
política se ha convertido en táctica permanente, en campaña electoral continua.

La recuperación macroeconómica no
se produce como consecuencia de las políticas de austeridad, sino pese a ellas
y cuando se han relajado algunas en materia monetaria o de tipos de interés,
además del viento de cola ligado a los precios de los hidrocarburos o la
paridad euro-dólar.
Por tanto la recuperación macro llega cuando la arquitectura social para
redistribuir renta se ha desmontado de forma importante. Sobre todo a
través de las reformas laborales, lo que afecta a los salarios y las
condiciones laborales. También a través de la presión sobre las políticas
fiscales y de gasto e inversión públicas, sometidas al escrutinio de los
“mercados”.
Toca aprovechar los márgenes de crecimiento para revertir esta situación. Porque la
situación política ha cambiado y una importante mayoría social ha dicho
democráticamente que NO a las políticas sufridas en estos años. Pero en la vida
pocas veces sirve con decir NO. Hay que saber construir alternativas.
Por eso es importante que haya un
Gobierno de progreso. La ciudadanía ha votado y desde los resultados de esa
votación, toca trabajar a quienes concurren a las elecciones.
Es necesario un Gobierno que se
ponga como meta recuperar en cuadro de derechos laborales y sociales.
Particularmente importante sería cambiar la orientación de las dos últimas
reformas laborales, que tanto han afectado a la negociación colectiva y a la
contratación. ¿Derogación? Sí, pero lo más importante es qué modelo laboral se va
a constituir después. Y ahí el papel del sindicato debe ser fundamental.
Pensiones, ley mordaza, artículo 315.3 del Código Penal por el que se encarcela a sindicalistas… son muchas
materias a revisar. Por tanto hace falta mucha seriedad y consistencia
política, así como recuperar los marcos de diálogo social y por extensión, una
forma mucho más participativa de entender la gestión de la cosa pública.
El país necesita una revisión del
funcionamiento de las organizaciones que median entre la ciudadanía y las
instituciones, fomentar la participación activa, para romper el muro de
desafección de las mayorías sociales con el espacio común. Y eso emplaza también
a las organizaciones sindicales y particularmente a la mayor organización
democrática y de clase de Euskadi y de España que es CCOO.

Todas cuestiones difíciles de
trabajar, en un contexto económico aun incierto, con unas corrientes sociales
de apariencia volátiles y aún (es una opinión) fundamentalmente reactivas. No,
no es fácil construir, y sin embargo es fundamental porque es tiempo de
recuperar derechos.
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