miércoles, 26 de noviembre de 2014

Barreras al "empleo juvenil"


Ayer, 25 de noviembre, participé en un Fórum organizado por la fundación Novia Salcedo sobre la problemática del empleo joven. En la mesa redonda se nos instaba a describir las barreras de accesode la juventud al empleo y como estamos trabajando ante ellas.

La primera barrera de acceso tiene que ver con el “muro general” que existe en este momento producto de la situación económica. Estamos ante las consecuencias del bloqueo financiero de 2007 y la incapacidad de encontrar alternativas de empuje económico que sustituyan la exuberancia financiera pre-crisis. Es más, producto de las políticas de austeridad y devaluación interna, agravamos la misma y ralentizamos la salida. Por tanto estamos ante una crisis de demanda solvente que contrae la actividad y destruye empleo de manera general, y de forma más acusada entre la juventud.


He querido empezar resaltando esto porque casi todos los foros sobre empleo juvenil (y de otros “colectivos”) ponen demasiada potencia en el foco de los problemas de oferta. En este caso de oferta de empleo juvenil (empleabilidad, distorsión entre formación ofertada y empleo requerido, actitudes, etc.). Y se puede acabar desenfocando los problemas de fondo. Equivocar los diagnósticos precede a errar en las respuestas, y en algunos casos los equívocos son voluntarios para obtener respuestas concretas, y eso sí, respuestas con interés de parte.

La segunda barrera sería la precariedad como paradigma en la inserción laboral de la juventud. Digo precariedad y no flexibilidad. En Euskadi y en España tenemos un mercado laboral no dual, sino fragmentado de forma múltiple. La temporalidad se ha utilizado de forma sistemática y abusiva como fórmula de entrada el mundo del trabajo. En general la opción por el ajuste externo (contratación precaria-despido fácil) frente a la flexibilidad pactada interna (adaptación en función de las variables de demanda, cambio tecnológico, etc.). El ajuste externo lleva aparejado un incremento del poder discrecional del empresario. La flexibilidad pactada supone reconocer y reforzar la organización interna del colectivo de trabajadores/as (Sindicato).

Sobre qué hacemos para superar estas barreras, he planteado tres líneas de trabajo sindical. Confrontar con las políticas de austeridad. Es necesario revertir el modelo de devaluación interna como método principal de ganar competitividad.  Todos los países haciendo esto a la vez, esta especie de idea de ser todos Alemania, no es realista ni posible. Se necesita incentivar la actividad económica desde parámetros sostenibles y con un impulso de la demanda interna agregada vinculada a recuperar elementos redistributivos. Esto pone de manifiesto la insuficiencia institucional europea, y deja claro que estamos casi principalmente ante una crisis política.

En segundo lugar debemos apostar por modelos de integración laboral. De cohesión, reforzando elementos pactados para adaptar los cambios a las realidades productivas. Huir de los modelos de “soltar lastre” del “último que entra el primero que se va” por fórmulas negociadas que dejen como última opción la extinción de contratos. No es sólo adaptarse a ciclos económicos sino a los cambios tecnológicos o de sistemas. Aquí no hay fórmulas neutras. Hay que reforzar la interlocución entre empresa y trabajadores/as como sujeto colectivo, patronal/sindicatos.

Y en tercer lugar hay que dar centralidad, cohesión y coherencia a las políticas activas de empleo. Partiendo de una premisa “no pedir peras al olmo”: las políticas activas no generan empleo. Son elementos clave para prever y organizar las transiciones de empleo y productivas. Necesitamos detectar y prever la evolución de las necesidades sectoriales, tecnológicas y productivas que vienen. Dotarnos de herramientas formativas para afrontarlas. Integrando los subsistemas formativos, la universidad, la FP, la formación para el empleo, etc. Junto a una adecuada orientación y adaptación curricular, sin hacer compartimentos estancos entre formación reglada y para el empleo, así como activar dispositivos para acreditar la competencia adquirida desde la experiencia laboral. Habilitar y organizar sistemas de formación dual de carácter general y de carácter específico. Y finalmente buscando fórmulas de reconocimiento de las habilidades adquiridas contando para ello con la herramienta de la negociación colectiva.



Entre las numerosas intervenciones de ponentes y personas del público ha habido muchísimos elementos de interés. Ekkehard Ernst de la OIT ha puesto el énfasis en el problema del crecimiento y la escasa ambición en el G-20, así como la necesidad de coordinar políticas activas en Europa. Jannie Pitt, Ministra-Consejera de Empleo de Australia ha hecho una lectura optimista (y yo creo que muy voluntarista) de los resultados de la Cumbre del G-20 en su calidad de anfitriona en Australia; Héctor Saz y Alejo Ramírez como responsables del CJE y de la Organización Iberoamericana de Jóvenes han argumentado muy correctamente lo impropio de hablar de “situación juvenil”: La juventud es compleja, es variada y se enfrenta a crecientes desigualdades. Isabel Álvarez de EHNE Bizkaia ha demandado espacios para compartir información de “lo que sale bien, y sobre todo, de lo que sale mal” en materia de empleo y emprendimiento juvenil; Jon Altuna de la Universidad de Mondragón, demandaba flexibilidad curricular y cercanía entre la empresa y la universidad.

Mi impresión general es que trabajamos como piezas sueltas de un puzzle imperfecto. Imperfecto porque el empleo, juvenil o no, se mueve en un terreno conflictual, el de las relaciones laborales y la economía. Pero ser un terreno de conflicto latente no es óbice, sino todo lo contrario, debiera impulsar la necesidad de buscar espacios de interlocución.
En Euskadi existe un servicio público de empleo de carácter tripartito, no exento de problemas, pero que debe desempeñar funciones claves en el futuro. No existe aún un espacio de diálogo social consolidado que sirva como “cerebro social” sobre las políticas vinculadas al empleo y la promoción económica.
El Lehendakari Urkullu con B.Sêgol,, S. General de la CES
presentando el plan de inversiones para Europa

Existen clusters que analizan sectores estratégicos de la actividad económica y sobre los que las organizaciones sindicales no tenemos idea de cómo funcionan.

Hay universidades, redes de FP, iniciativa social que juega un papel en todo esto.

Necesitamos por un lado espacios tripartitos entre administración, sindicatos y patronales,  para prever, diseñar e implementar las políticas que nos son propias. Por otro lado foros compartidos con agentes como las universidades, los clusters citados, la FP, etc.

Nadie, de ninguno de estos ámbitos, en conversaciones más o menos informales, en Euskadi, en España, en la esfera internacional, sindical, en la CES, en la OIT, o en donde sea,  niega que esto debiera ser así. Y sin duda quien debiera coger la batuta de esta o estas orquestas, debiera ser la administración, en este caso el Gobierno Vasco. Sólo hay dos excepciones a fortalecer estos ámbitos. La actitud real de la patronal, y… los otros. 




No hay comentarios: