miércoles, 29 de agosto de 2007

francés y chino

Después de 58 años de actividad, el Instituto Francés de Bilbao cerrará en junio. Paralelamente parece ser que la enseñanza del chino incrementa sus alumnos en proporción inversa. Corren malos tiempos para la lírica y se baten en retirada cultismos, reminiscencias poéticas, cafés de otoño y barrios latinos; los sueños de la razón que alumbraron revoluciones con guillotinas o graffitis ceden ante el gran jacobinismo multinacional y subcontratista.

El chino como idioma transaccional para relacionarse con la gran factoría del mundo y potencial potencia pleniconsumidora.



Me temo que poca referencia se hará en las clases de mandarín a Confucio o Lao-tse. Mas bien se ensayarán automatismos comerciales del tipo: a ver, repita conmigo “esta ropa que llevo, la fabrican niñas de 12 años”, “su horario de trabajo es de sol a sol”, o formulas diplomáticas: “si señor, mi sociedad anónima saluda efusivamente a los camaradas del Partido Comunista Chino y les felicita por su política de derechos humanos; es decir, por lo derechos que me van sus humanos a producir”

El francés fue el idioma de aquella Ilustración que bajó la fe de los altares al hombre y que indagó en valores que pudieran ser universalmente trasladables. Hoy lo único universalmente trasladable son los telares y la explotación, la fe quiere retornar a lomos de patriotas de la religión y clérigos de la patria.

Los pintores malditos de Montmartre se revuelven entre megapixels, menús del día y guiris mea-esquinas. Descansen en paz los enciclopedistas, las faldas del Mayo del 68, los armoniosos chinos, el ying y el yang.

Si al menos las cervezas en las terrazas con vistas al Sena fueran mas baratas…

1 comentario:

Anónimo dijo...
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