martes, 25 de junio de 2013

Devaluación salarial y convenios colectivos


La nueva regulación de la negociación colectiva persigue una devaluación salarial como forma teórica de mejorar la posición competitiva de las empresas. CCOO no compartimos este modelo de vuelo corto. Escasamente va a mejorar la competitividad de la economía, y por contra va a tener unas consecuencias claras en la caída de la demanda interna. Y eso tiene un efecto sobre el empleo, las cotizaciones o los ingresos fiscales.
Esta estrategia, equivocada en el conjunto del estado, en Euskadi es un disparate. El sector exterior vasco que compite globalmente, es el que mejor ha soportado la crisis. Si ahora se resiente es por la segunda recesión en el conjunto de las economías de nuestro entorno, añadido al deterioro de la demanda interna y al bloqueo del crédito. No por una repentina pérdida de competitividad motivada por el coste laboral.

¿Cómo se pretende devaluar salarialmente el país? Fundamentalmente quebrando la espina dorsal de la distribución de riqueza en las empresas: la negociación colectiva en general y el convenio colectivo sectorial en particular.

La pérdida de la ultraactividad si en un año no se renueva el convenio pretende condicionar las negociaciones y poner en riesgo la propia pervivencia de los convenios. La mayor facilidad para dejar de aplicar lo pactado debilita el conjunto de los convenios y especialmente a los no renovados y a los múltiples pactos de empresa, tan comunes en Euskadi. La prioridad de aplicación del convenio de empresa abre la puerta a una reducción salarial.

Para entender la dimensión de todo esto es bueno aportar algún dato. En Euskadi el 95% de las empresas son pequeñas o muy pequeñas. El 12% de las personas trabajan en empresas con menos de 6 asalariados (donde no es posible elegir representación sindical). El 30% en empresas de 50 ó menos empleadas/os (pueden elegir representantes pero no Comités de Empresa). El 35% lo hacen en empresas de más de 250 trabajadores.

La tasa de cobertura de convenios colectivos es alta. En torno al 80% de los y las asalariadas tienen un convenio colectivo de aplicación.
Más de las tres cuartas partes, convenios sectoriales (muchas veces complementados con pactos de empresa) y el resto por convenios de empresa. Esta tasa de cobertura se ha consolidado a lo largo de los años por la existencia de un modelo sindical de clase que ha suscrito convenios que protegían a la inmensa mayoría de la clase trabajadora vasca. En los años previos a la reforma, CCOO y UGT en torno al 90% de los trabajadores afectados por los convenios donde tenemos presencia, LAB cerca del 60%. En contraste ELA, siendo quien más convenios firma, se sitúa en una tasa de cobertura inferior al 40% de los asalariados sobre los que ejerce presencia (datos CRL).

El nuevo esquema de convenios ha sido ejecutado por el Gobierno, pero impulsado por la Troika, y no sólo para España. La pretendida devaluación es uno, pero sinceramente dudo que la clase empresarial vasca esté valorando correctamente otros efectos colaterales de la nueva situación. Vamos a un esquema de mucha mayor conflictividad cotidiana en el marco de la empresa; se pueden generar disparidad de condiciones de trabajo entre plantillas;  se va a dar una judicialización creciente, ya que las condiciones pactadas no se podrán dejar de aplicar alegremente, sino con procedimientos y tutelas judiciales. Si ese es el modelo empresarial que las patronales quieren para Euskadi, el futuro es sombrío…

Por otro lado se va a dar un previsible incremento de la afiliación sindical ante el escenario de incertidumbre que se cierne sobre los trabajadores. Puede tener bastantes visos de realidad un pronóstico parecido a este: si no hacemos nada, la tasa de cobertura de convenio caerá de forma importante. La tasa de afiliación sindical aumentará en el largo plazo de forma importante. El modelo Thatcher no eliminó a los sindicatos, cambió su función pero hoy son de los más potentes afiliativamente en Europa.

En el lado sindical hay quien está haciendo sus planes de negocio también. Plantear que se puede corregir esta inercia de caída salarial desde el convenio de empresa es tomar el pelo a la gente. No es cierto que el convenio de empresa blinde de la reforma laboral y el sectorial no, como no es cierto que haya ninguna incompatibilidad entre firmar los convenios sectoriales y luego abordar negociaciones en la empresa. Es falso que los convenios sectoriales pasen a ser una especie de recomendación. Siguen siendo normativos y ELA está mintiendo a la gente. Eso es una campaña publicitaria para captar clientes.

Sin embargo es posible reconducir buena parte de los enormes riesgos que conlleva el modelo neoliberal traducido a la negociación colectiva. CCOO apuesta por un acuerdo intersectorial en Euskadi que otorgue mayor solidez a los convenios provinciales reales. Un tratamiento de la ultraactividad que evite la pérdida de vigencia de los contenidos de los convenios. Un sistema de inaplicación de convenios o pactos que evite unilateralidad empresarial, abuso y desproporcionalidad entre los problemas que eventualmente pueda tener una empresa y las medidas que pretenda adoptar.

Y por supuesto resolver la negociación pendiente que amenaza de aquí a diciembre a medio millón de trabajadoras/es con muchísimas incertidumbres.

Cada uno tendrá que saber a qué juega. A los empresarios les han contado una película parcial, el guión amable para sus intereses, de la nueva situación. Los sindicatos estamos en una encrucijada que el tiempo acabará por calificar. Apostar por un modelo de cobertura amplía y solidaria de convenios sectoriales y de empresa, o de cobertura baja que genere desprotección a los trabajadores por interés corporativo y afiliativo.


La intensidad, duración y recuperación de la caída salarial en Euskadi dependerá de la estructura de convenios que seamos capaces de mantener y de la implantación sindical de cada modelo. Mañana puede ser tarde.



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