sábado, 15 de marzo de 2014

Nos sometemos al tercer grado


Este jueves apareció en El Correo una entrevista realizada por Isabel Ibañez sobre los sindicatos, su imagen, lo que se dice de ellos, etc. Frente a otras opiniones yo creo que hay que entrar a saco, fajarse en contestar y dar réplica a acusaciones que se nos hace desde algún ámbito. Por más disparatadas que sean. No comparto que sea ponerse a la defensiva o que entrar en el debate dialéctico es dar pábulo a la campaña antisindical

La entrevista es muy exhaustiva, y recogía buena parte de las acusaciones cotidianas que se oyen en algunos ámbitos. Con todo, y pese a su extensión, está recortada respecto a algunas preguntas y respuestas. He pensado poner aquí el bruto de la entrevista. No porque tenga nada que oponer al recorte necesario y bien hecho de la periodista, sino porque creo que el blog también puede servir para eso: no tiene problemas de espacio.


 1- Los sindicatos desincentivan la creación de empresas y las que ya están a veces huyen de los sitios donde hay más conflictividad

2- Los sindicalistas piden a los demás sacrificios que ellos no afrontan al estar protegidos

3- Los liberados están mal vistos

4- Los sindicatos se alimentan de fondos públicos

5- Los sindicatos no se interesan por los trabajadores de las pequeñas empresas ni los parados

6- Demasiada cercanía con los patronos, cenas, charlas, reuniones, es peligrosa. El que es del comité acaba siendo jefe

7-Los métodos de los sindicatos están pasados de moda, como las huelgas generales, demasiado sacrificio para estos tiempos

8- Crítica a la desunión sindical en función de nacionalistas-no nacionalistas

9- Desde el Gobierno y los medios afines se critica con ferocidad a los sindicatos, lo decía el otro día Iñaki Gabilondo ¿Cómo lo veís/vivís desde dentro?

10- La importancia de la época de Margaret Thatcher. Los sindicatos eran para ella "el enemigo interior"

11- ¿En otros países están tan desacreditados los sindicatos?

12- ¿De dónde, desde cuándo esta campaña de descrédito?

13- Autocrítica: ¿En qué han fallado los grandes sindicatos?

14- Y si no hubiera sindicatos ¿Cómo funcionaríamos?


1- Los sindicatos desincentivan al creación de empresas, y las que ya están a veces huyen de los sitios donde hay más conflictividad

La acción sindical es mucho más que conflictividad. Todos los países más avanzados de Europa tienen un movimiento sindical potente. Unas relaciones laborales con participación organizada de los trabajadores (sindicatos) suelen estar en la base de los modelos productivos más avanzados.

2- Los sindicalistas piden a los demás sacrificios que ellos no afrontan al estar protegidos

No es una cuestión de protección. Tienen unas garantías en el ejercicio de su labor sindical que no son absolutas. Un sindicalista puede ser despedido como cualquier persona por motivos económicos, organizativos, etc. Lo que la ley vigila es que no lo sea por el ejercicio de su labor sindical ¿Cómo se puede negociar unas condiciones laborales colectivas bajo la amenaza del despido al propio negociador? Sería medieval. Pese a la protección legal, existen muchos casos de persecución sindical.

La acción sindical sobre todo en la PYME a veces es un ejercicio de riesgo.

3- Los liberados están mal vistos

Los liberados sindicales no son más que trabajadores elegidos por sus compañeros en procesos democráticos. En España existe un crédito de horas para hacer acción sindical en representación del colectivo. Crédito que en las empresas pequeñas es de 15 horas al mes. En empresas de tamaño grande en algunas ocasiones esos créditos horarios se ceden de unos representantes sindicales a otros para que toda su jornada laboral la pueda dedicar a la acción sindical. Eso es lo que se suele llamar liberado.

En muchos sectores si no existieran estos liberados sindicales las empresas pequeñas se podrían quedar sin ninguna atención sindical, ya que ellas mismas de por si no son capaces de obtener representantes sindicales. No olvidemos que en empresas con menos de 6 trabajadores no es posible elegir representación sindical, y en ese baremo están la mayoría de empresas en España o en Euskadi.

Cualquier persona que recurre a un sindicalista para que le informe de algún derecho, que le solucione un problema de impago, de nómina o de incumplimiento del convenio, quiere que ese sindicalista tenga una formación, unos recursos de conocimiento o una instancia solvente a la que recurrir. ¿Cómo se adquiere esa formación, esa competencia sin horas para poder formarse? ¿Cómo se garantiza un sindicalismo solvente y con libertad si no es garantizando unos mínimos recursos materiales, humanos y de tiempo? ¿Alguien cree que se pueden defender derechos con cierta garantía si todos los sindicalistas tuvieran que ejercer su tarea sin ningún tipo de disposición de horas? ¿Después de trabajar, atender sus obligaciones familiares o sociales?

4- Los sindicatos se alimentan con fondos públicos

El tema de la financiación sindical encierra, tras un discurso muy populista, conceptos muy reaccionarios. En primer lugar CCOO ha pedido un debate parlamentario sobre la financiación pública de las organizaciones sindicales, que debiera extenderse a las empresariales o políticas. Debate democrático y no cavernario.

Los sindicatos ejercemos una serie de funciones reconocidas legalmente y sostenidas por la legitimidad de nuestra afiliación y la participación en las Elecciones Sindicales. CCOO cuenta con más afiliados cotizantes que todos los partidos políticos juntos o que cualquier otra organización social.

Pero es que esas funciones que ejercemos afectan a muchísima gente más que la que está afiliada a las organizaciones sindicales. Por poner algún ejemplo, CCOO de Euskadi ha llegado a suscribir convenios colectivos que protegían a más de 400.000 personas teniendo 54.000 afiliados. A nivel estatal con 1.200.000 afilados se suscribían convenios para más de 12.000.000 de personas. Los pactos de pensiones que han hecho viable el modelo público afectan a 9.000.000 de pensionistas. 

Todo ese trabajo sindical de aplicación general se sufraga con recursos del sindicato ¿Es justo que sólo la afiliación sostenga esos recursos? ¿Es lícito que existan partidas presupuestarias que compensen al sindicato por ese ejercicio de interés social? En mi opinión, sin duda, sí. En todo caso ese es un debate social
Las partidas presupuestarias que realmente son subvenciones a los sindicatos no son demasiado cuantiosas y se otorgan en general en proporción a la representación que nos dan las urnas en las elecciones sindicales (celebradas en las empresas aproximadamente del 70% de los trabajadores).

Cosa distinta son los recursos finalistas a los que a veces concurren los sindicatos. En algunos casos hablamos de cuotas de trabajadores o empresas (formación para el empleo) donde la capacidad de intervención sindical viene de nuestro ejercicio legal de representación que nos confiere la ley.

En otros casos de gestión de programas de distinta índole. Pero este es otro debate. No son subvenciones sindicales. Tienen una finalidad y debe cumplirse, justificarse y auditarse. No son recursos propios.

En CCOO de Euskadi hemos restringido bastante este tipo de recursos y en general sólo concurrimos en aquellas áreas donde como sindicato podemos aportar un valor añadido (salud laboral, emigración o cooperación para el desarrollo).

Detrás del discurso de que toda organización debe financiarse exclusivamente de sus cuotas se esconde una lógica ultraliberal y muy peligrosa. ¿Si una organización sólo debe financiarse de sus cuotas, la acción de esa organización debe afectar y beneficiar sólo a sus afiliados? ¿Si las organizaciones representativas en una democracia no cuentan con ningún tipo de soporte público, que tipo de soporte económico tendrán? ¿De donantes, financiadores, empresas, bancos, mecenas? ¿Puede tener esto alguna consecuencia en la calidad de la democracia?

En nuestra opinión la autofinanciación por cuotas y recursos propios de la actividad ordinaria del sindicato es buena y garantía de la independencia. Pero demonizar determinados niveles de recursos públicos a sindicatos u otras organizaciones suele esconder un discurso contra la generalización de los derechos laborales o sociales.


5- Los sindicatos no se interesan por los trabajadores de las pequeñas empresas ni por los parados.


La mayor parte de los recursos económicos del sindicato están destinados a la atención a la pequeña y la mediana empresa. Tanto económicos como humanos. Los representantes de CCOO en las empresas de menos de 50 personas son casi el 40% del total de los que tenemos. Esto quiere decir que se hace un trabajo muy intenso de presencia en ese tipo de empresas.

Otra cosa es que es obvio que la acción sindical en la pequeña o muy pequeña empresa es más complicada, más limitada y sobre todo, menos conocida. Mucha de la gente que afirma que no nos interesamos por los trabajadores de la PYME no conoce lo que hace un sindicato y un sindicalista en el día a día.

Por otro lado los convenios colectivos sectoriales, esos que protegen al conjunto de los trabajadores de un sector, son especialmente importantes para los trabajadores de esas pequeñas empresas, pues en su ámbito es mucho más complicado negociar realmente. Y conseguir que en Euskadi o España la inmensa mayoría de los trabajadores asalariados hayan tenido un convenio de referencia, es por la acción sindical y más concretamente por el sindicalismo de clase.

Y por cierto, no es raro, que quien cree que no debiera haber liberados sindicales (claves para la atención en la PYME) acuse a los sindicatos de no preocuparse de la PYME. Quien defiende que los convenios sectoriales son una rigidez que espanta empresas  son los que dicen que los sindicatos sólo se preocupan de los funcionarios y los trabajadores de las grandes empresas. Quien dice que no tiene que haber subvenciones sindicales dice a la vez que el sindicato no debe cobrar por ningún servicio.

6- Demasiada cercanía con los patronos, cenas, charlas, reuniones, es peligrosa. El que es del comité acaba siendo jefe

¿Pero no espantábamos empresas? ¿En qué quedamos? Una vez más se acusa al sindicalismo de una cosa y su contraria. El Comité lo eligen los trabajadores en elecciones libres y secretas donde cualquiera puede presentarse de candidato. Si no lo hace bien, se le quita y punto.

Es una imagen sesgada y falsa la del delegado sindical igual a chollo. Es más, completar candidaturas para las elecciones sindicales suele costar muchas horas. La negociación es parte inherente al sindicalismo. ¿Si no negocias, como llegas a acuerdos? ¿Qué es un convenio sino un acuerdo? ¿De dónde han salido los permisos, los salarios, las mejoras de las bajas, las licencias? Pues han salido de negociaciones y de acuerdos. A veces con movilizaciones y otras no.

7- Los métodos de los sindicatos están pasados de moda, como las huelgas generales, demasiado sacrificio en estos tiempos.

A los sindicatos se nos tiende a juzgar por un tópico y una imagen. Las huelgas generales son un elemento de incidencia sociopolítica indispensable para el movimiento sindical, pero ni mucho menos el eje central de nuestra actuación general, y mucho menos cotidiana.

Estamos en un momento que bajo la coartada de la crisis se está produciendo una recomposición de poder y renta enorme. Si alguien cree que este momento no exige de compromiso para organizarse, implicarse y llegado el caso movilizarse, no sé si se sacrificará, pero le van a sacrificar.

Dicho esto, claro que hay que adaptar formas de actuación a nuevos tiempos. Una huelga puede tener poca utilidad por ejemplo si la empresa puede desviar la producción a otra planta o tiene un stock sin vender. Hay que ver en cada caso. Hay formas de presión, influencia y organización variadas y variables, a las que el sindicato no hace ascos sino todo lo contrario. Pero más allá de modas, la disposición del trabajador sobre su trabajo es su principal herramienta de presión cuando la relación con el empresario se hace conflictiva.

Por cierto, una vez más la crítica es por un lado por negociar, charlar, comer con el empresarioy a renglón seguido por hacer huelgas, pasadas de moda y que comportan sacrificio. Crítica por una cosa y la contraria.

8- Y esto es para los de aquí. Crítica a la desunión sindical en función de nacionalistas-no nacionalitas.

Hay dos dinámicas distintas. Por un lado una política, según la cual ELA y LAB pretenden jugar un papel político en clave de construcción nacional en la que las lógicas sindicales tienen poco margen. Es la dinámica de la acumulación de fuerzas soberanistas que de forma intermitente aparece en la política vasca de los últimos lustros. En función de esa prioridad intermitente, lo sindical pasa a segundo plano.

Por otro lado hay otra dinámica más propia de la cultura de ELA. Es su absoluta prioridad en buscar la hegemonía sindical. Su batalla existenciales frente a otros sindicatos y a imponer su modelo, su representación y su influencia. La diferenciación de días en movilizaciones, su papel de oposición allí donde no es mayoría (como si fuera una dialéctica gobierno-oposición entre sindicatos, más que ante empresas), o la estrategia en negociación colectiva en busca de disputar afiliación al resto, son ejemplos.

Esta doble dinámica, una en clave política y la otra en clave hegemonista, hace muy difícil buscar espacios comunes. En nuestra opinión la única opción sería trabajar en espacios de mínimo común denominador, que generase un perímetro de actuación conjunta en algún ámbito. Esto requiere de voluntad de cada parte. Voluntad que a día de hoy no existe.

Y AHORA, EN OTRO ORDEN DE COSAS

9- Por otro lado, desde el gobierno y los medios afines se critica con ferocidad, lo decía el otro día Iñaki Gabilondo. ¿cómo lo veis/vivís desde dentro? (además de cosas como pintadas, insultos)

Se vive con preocupación porque está dentro de una profunda involución social acelerada al calor de la crisis. En una crisis que debiera ser de las teorías des-regulacionistas y la doctrina del libre mercado como ejemplo de eficiencia, han conseguido que lo que esté cuestionado sea el modelo social, los elementos de cohesión social, la propia democracia y los distintos agentes que empujan en esa línea. Y lógicamente ahí aparecen los sindicatos.
Somos conscientes que la distribución de la riqueza y la participación de los trabajadores en decisiones económicas tienen una herramienta fundamental que es el sindicato. Y eso se intenta laminar

10- La importancia de Margaret Thatcher Los sindicatos eran para ella «el enemigo interior»

La época de Thatcher se emplea como paradigma de la acción anti-sindical. Sin embargo los tiempos poco tienen que ver, como tampoco tiene mucho que ver el modelo sindical de las Trade-Unions mineras de entonces con el sindicalismo actual en España o Euskadi. En Inglaterra había sectores de afiliación obligatoria mientras que aquí hay aplicación general de convenios incluso para no afiliados.

Por tanto la relación entre poder y legitimidad sindical no tiene nada que ver en un momento y en otro. Se parece en que desde un punto de vista ideológico se trata de excluir a los trabajadores de regulaciones con garantías, como es el convenio colectivo. Pero tampoco se pueden trasladar situaciones dispares de forma simple.

11- ¿En otros países están tan desacreditados?

En muchos no es que esté desacreditado. Es que te matan o te meten entre rejas. Como aquí hace unas décadas, por cierto. En los países en los que el sindicalismo es legal la situación es muy variada en cuanto a legitimidad, extensión de la actuación sindical o capacidad de interlocutar con los gobiernos o modos de movilización.

Pero si es cierto que no es fácil encontrar un país donde de forma tan explícita, burda y carca se haya dado una campaña de desprestigio incluso personal a las organizaciones sindicales. 

12- ¿De dónde, desde cuándo esta campaña de descrédito?

La actual ola temporalmente viene de la segunda legislatura de Zapatero. Cuando estalla la crisis empieza a intuirse el brutal efecto que iba a tener en la economía española. La existencia de una inmensa burbuja inmobiliaria en la que se había anclado un sobreendeudamiento de empresas y particulares, más la debilidad del tejido económico español y la debilidad fiscal de las administraciones estaban roídas por esta crisis. Iba a haber una disputa brutal por los recursos en un momento de pérdida acelerada de renta nacional.

Con la presión exterior a través de Europa y la prima de riesgo amenazando con quebrar el país, se plantea un cambio de la fisonomía social. Y ahí una pieza a cobrarse son los sindicatos. 

Básicamente para eliminar contrapesos en la gestión política (diálogo social o legislación concertada), y sobre todo elementos de rigidez (así lo llaman ellos) en la asignación de riqueza (salarios). Y una desregulación de las relaciones económicas y laborales.

En una grave crisis de legitimidad de lo institucional, lo político y lo colectivo, atacar las funciones, la financiación, los recursos humanos o las propias personas representativas de los sindicatos, es más sencillo.

13- Autocrítica, en qué han fallado los grandes sindicatos

Un sindicato tiene una función representativa y una función organizativa. Gracias al papel representativo hemos logrado importantes derechos. Convenios de aplicación extensa, una interlocución social que ha traído importantes mejoras en derechos (igualdad, dependencia, pensiones). Pero quizás no hemos atinado en que esa función representativa tuviera una consecuencia de refuerzo organizativo.

Más bien al contrario, el papel de defensa del interés general de nuestra gente quizás no ha fomentado en exceso la afiliación y tejer organización. A fin de cuentas los logros eran de aplicación general.

Cuando la orientación de las políticas pretende quebrar esa función representativa y la población está deslegitimando el entramado institucional, estamos pagando ese déficit organizativo que no fuimos capaces de hacer crecer más. Se nos mete en el mismo paquete que a ese modelo que parece quebrarse en la crisis. Yo creo que ahí tenemos que hacer una lectura auto-crítica.

Aunque creo que la gran mayoría de las prácticas sindicales son adecuadas, cuando se produce alguna no tan adecuada, se debe actuar. Y una confederación sindical es una organización de organizaciones con un grado de autonomía muy amplío y difícil de gobernar. Por poner un ejemplo, si la estructura sindical de una empresa negocia peores condiciones para trabajadores precarios o contratas, hay que corregir eso, ya que si no, nunca serás referente para esa gente peor situada en el escalafón laboral. Insisto, la inmensa mayoría de las prácticas son adecuadas, pero cada una inadecuada hace un daño grande.

El sindicato no debe olvidar nunca que la única legitimidad innegociable y que un gobierno no puede quebrar por decreto-ley es la de la gente organizada en el centro de trabajo. Ni que nuestra tarea primordial en ese centro de trabajo tampoco puede ser ajena a las inercias y evolución social. Si no, perdemos perspectiva. Y en la época del crecimiento un tanto ficticio de las burbujas,  no supimos hacer suficiente pedagogía de lo que ocurría y de la necesidad de fortalecer la organización como forma de fortalecer la distribución de la riqueza que se generaba en la economía real (salarios e impuestos/gasto público).
Decirlo, lo dijimos, pero se generó otra hegemonía social.

14- ¿Y si no hubiera sindicatos, cómo funcionaríamos? Hay algún país que no los tenga?

La sociedad sería más injusta, con mayores desigualdades sociales y de riqueza. Sin duda el mundo del trabajo tendría menores niveles de protección, la unilateralidad de actuación empresarial sería mayor aún.

En los sectores donde cada trabajador individual es prescindible o más fácilmente sustituible habría explotación pura y dura. En los sectores donde el trabajador y su cualificación aportan más valor añadido, habría relaciones más individualizadas, competitivas en el peor sentido del término.


1 comentario:

Isabel Huete dijo...

Leí la entrevista en El Correo y me pareció muy interesante. Agradezco que, además, la amplíes aquí. Y creo que llevas razón: no podemos estar a la defensiva y me cabrea bastante cuando ante determinadas barbaridades que se dicen o de las que se nos acusa, no se salga en tromba a desmentirla o a aclararlas. No entiendo que no se haya dicho nada (o yo no me he enterado) sobre cómo nos están metiendo en el mismo saco que la patronal con el tema de los cursos de formación.