Este jueves apareció en El Correo una entrevista realizada por Isabel Ibañez sobre los sindicatos, su imagen, lo que se dice de ellos, etc. Frente a otras opiniones yo creo que hay que entrar a saco, fajarse en contestar y dar réplica a acusaciones que se nos hace desde algún ámbito. Por más disparatadas que sean. No comparto que sea ponerse a la defensiva o que entrar en el debate dialéctico es dar pábulo a la campaña antisindical.
La entrevista es muy exhaustiva, y recogía buena parte de las acusaciones cotidianas que se oyen en algunos ámbitos. Con todo, y pese a su extensión, está recortada respecto a algunas preguntas y respuestas. He pensado poner aquí el bruto de la entrevista. No porque tenga nada que oponer al recorte necesario y bien hecho de la periodista, sino porque creo que el blog también puede servir para eso: no tiene problemas de espacio.
1- Los sindicatos desincentivan la creación de empresas y las que ya están
a veces huyen de los sitios donde hay más
conflictividad
2- Los sindicalistas piden a los demás sacrificios que ellos no afrontan al estar protegidos
3- Los liberados están mal vistos
4- Los sindicatos se alimentan de fondos públicos
5- Los sindicatos no se interesan por los
trabajadores de las pequeñas empresas ni los parados
6- Demasiada cercanía con los patronos, cenas, charlas, reuniones, es peligrosa. El
que es del comité
acaba siendo jefe
7-Los métodos
de los sindicatos están pasados de moda, como las huelgas generales, demasiado
sacrificio para estos tiempos
8- Crítica
a la desunión sindical en función de
nacionalistas-no nacionalistas
9- Desde el Gobierno y los medios afines se
critica con ferocidad a los sindicatos, lo decía
el otro día Iñaki Gabilondo ¿Cómo lo veís/vivís desde dentro?
10- La importancia de la época de Margaret Thatcher. Los sindicatos eran para ella "el
enemigo interior"
11- ¿En
otros países están tan desacreditados los sindicatos?
12- ¿De
dónde, desde cuándo esta campaña de descrédito?
13- Autocrítica:
¿En qué
han fallado los grandes sindicatos?
14- Y si no hubiera sindicatos ¿Cómo funcionaríamos?
1- Los sindicatos desincentivan al creación de empresas, y las que ya están
a veces huyen de los sitios donde hay más conflictividad
La acción
sindical es mucho más que conflictividad. Todos los países
más avanzados de Europa tienen un movimiento sindical potente. Unas
relaciones laborales con participación organizada de los
trabajadores (sindicatos) suelen estar en la base de los modelos productivos más avanzados.
2- Los sindicalistas piden a los demás sacrificios que ellos no afrontan al estar protegidos
No es una cuestión
de protección. Tienen unas garantías en el ejercicio
de su labor sindical que no son absolutas. Un sindicalista puede ser despedido
como cualquier persona por motivos económicos,
organizativos, etc. Lo que la ley vigila es que no lo sea por el ejercicio de
su labor sindical ¿Cómo se puede negociar unas condiciones laborales colectivas bajo la
amenaza del despido al propio negociador? Sería
medieval. Pese a la protección legal, existen muchos casos de persecución sindical.
La acción
sindical sobre todo en la PYME a veces es un ejercicio de riesgo.
3- Los liberados están mal vistos
Los liberados sindicales no son más que trabajadores elegidos por sus compañeros en procesos democráticos. En España existe un crédito de horas para hacer acción
sindical en representación del colectivo. Crédito que en las
empresas pequeñas es de 15 horas al mes. En empresas de tamaño grande en algunas ocasiones esos créditos
horarios se ceden de unos representantes sindicales a otros para que toda su
jornada laboral la pueda dedicar a la acción
sindical. Eso es lo que se suele llamar liberado.
En muchos sectores si no existieran estos
liberados sindicales las empresas pequeñas
se podrían quedar sin ninguna atención
sindical, ya que ellas mismas de por si no son capaces de obtener
representantes sindicales. No olvidemos que en empresas con menos de 6
trabajadores no es posible elegir representación
sindical, y en ese baremo están la mayoría de empresas en España o en Euskadi.
Cualquier persona que recurre a un
sindicalista para que le informe de algún
derecho, que le solucione un problema de impago, de nómina
o de incumplimiento del convenio, quiere que ese sindicalista tenga una formación, unos recursos de conocimiento o una instancia solvente a la que
recurrir. ¿Cómo se adquiere esa formación,
esa competencia sin horas para poder formarse? ¿Cómo se garantiza un sindicalismo solvente y con libertad si no es
garantizando unos mínimos recursos materiales, humanos y de tiempo? ¿Alguien cree que se pueden defender derechos con cierta garantía si todos los sindicalistas tuvieran que ejercer su tarea sin
ningún tipo de disposición de horas? ¿Después de trabajar, atender sus obligaciones familiares o sociales?
4- Los sindicatos se alimentan con fondos públicos
El tema de la financiación sindical encierra, tras un discurso muy populista, conceptos muy
reaccionarios. En primer lugar CCOO ha pedido un debate parlamentario sobre la
financiación pública de las organizaciones sindicales, que debiera extenderse a
las empresariales o políticas. Debate democrático y no
cavernario.
Los sindicatos ejercemos una serie de
funciones reconocidas legalmente y sostenidas por la legitimidad de nuestra
afiliación y la participación en las Elecciones
Sindicales. CCOO cuenta con más afiliados cotizantes que todos los partidos políticos juntos o que cualquier otra organización social.
Pero es que esas funciones que ejercemos
afectan a muchísima gente más
que la que está
afiliada a las organizaciones sindicales. Por poner
algún ejemplo, CCOO de Euskadi ha llegado a suscribir convenios
colectivos que protegían a más de 400.000 personas teniendo 54.000 afiliados. A nivel estatal
con 1.200.000 afilados se suscribían convenios para más de 12.000.000 de personas. Los pactos de pensiones que han hecho
viable el modelo público afectan a 9.000.000 de pensionistas.
Todo ese trabajo
sindical de aplicación general se sufraga con recursos del sindicato ¿Es justo que sólo la afiliación sostenga esos recursos? ¿Es
lícito que existan partidas presupuestarias que compensen al
sindicato por ese ejercicio de interés social? En mi
opinión, sin duda, sí. En todo caso ese es un debate social
Las partidas presupuestarias que realmente
son subvenciones a los sindicatos no son demasiado cuantiosas y se otorgan en
general en proporción a la representación que nos dan las
urnas en las elecciones sindicales (celebradas en las empresas aproximadamente
del 70% de los trabajadores).
Cosa distinta son los recursos finalistas a
los que a veces concurren los sindicatos. En algunos casos hablamos de cuotas
de trabajadores o empresas (formación para el empleo)
donde la capacidad de intervención sindical viene de
nuestro ejercicio legal de representación
que nos confiere la ley.
En otros casos de gestión de programas de distinta índole.
Pero este es otro debate. No son subvenciones sindicales. Tienen una finalidad
y debe cumplirse, justificarse y auditarse. No son recursos propios.
En CCOO de Euskadi hemos restringido
bastante este tipo de recursos y en general sólo
concurrimos en aquellas áreas donde como sindicato podemos aportar un valor añadido (salud laboral, emigración
o cooperación para el desarrollo).
Detrás del discurso de que toda organización
debe financiarse exclusivamente de sus cuotas se esconde una lógica ultraliberal y muy peligrosa. ¿Si
una organización sólo debe financiarse de sus cuotas, la acción de esa organización debe afectar y
beneficiar sólo a sus afiliados? ¿Si las
organizaciones representativas en una democracia no cuentan con ningún tipo de soporte público, que tipo de
soporte económico tendrán? ¿De donantes, financiadores, empresas, bancos, mecenas? ¿Puede tener esto alguna consecuencia en la calidad de la
democracia?
En nuestra opinión
la autofinanciación por cuotas y recursos propios de la actividad ordinaria del
sindicato es buena y garantía de la independencia. Pero demonizar determinados niveles de
recursos públicos a sindicatos u otras organizaciones suele esconder un
discurso contra la generalización de los derechos
laborales o sociales.
5- Los sindicatos no se interesan por los
trabajadores de las pequeñas empresas ni por los parados.
Hice una entrada al respecto hace unas semanas.
La mayor parte de los recursos económicos del sindicato están destinados a la
atención a la pequeña y la mediana empresa. Tanto económicos
como humanos. Los representantes de CCOO en las empresas de menos de 50
personas son casi el 40% del total de los que tenemos. Esto quiere decir que se
hace un trabajo muy intenso de presencia en ese tipo de empresas.
Otra cosa es que es obvio que la acción sindical en la pequeña o muy pequeña empresa es más complicada, más limitada y sobre todo, menos conocida. Mucha de la gente que
afirma que no nos interesamos por los trabajadores de la PYME no conoce lo que
hace un sindicato y un sindicalista en el día
a día.
Por otro lado los convenios colectivos
sectoriales, esos que protegen al conjunto de los trabajadores de un sector,
son especialmente importantes para los trabajadores de esas pequeñas empresas, pues en su ámbito
es mucho más complicado negociar realmente. Y conseguir que en Euskadi o España la inmensa mayoría de los
trabajadores asalariados hayan tenido un convenio de referencia, es por la acción sindical y más concretamente por el sindicalismo de clase.
Y por cierto, no es raro, que quien cree que
no debiera haber liberados sindicales (claves para la atención en la PYME) acuse a los sindicatos de no preocuparse de la PYME.
Quien defiende que los convenios sectoriales son una rigidez que espanta
empresas son los que dicen que los
sindicatos sólo se preocupan de los funcionarios y los trabajadores de las
grandes empresas. Quien dice que no tiene que haber subvenciones sindicales
dice a la vez que el sindicato no debe cobrar por ningún servicio.
6- Demasiada cercanía con los patronos, cenas, charlas, reuniones, es peligrosa. El
que es del comité
acaba siendo jefe
¿Pero no espantábamos empresas? ¿En
qué
quedamos? Una vez más
se acusa al sindicalismo de una cosa y su contraria. El Comité lo eligen los trabajadores en elecciones libres y secretas donde
cualquiera puede presentarse de candidato. Si no lo hace bien, se le quita y
punto.
Es una imagen sesgada y falsa la del
delegado sindical igual a chollo. Es más,
completar candidaturas para las elecciones sindicales suele costar muchas
horas. La negociación es parte inherente al sindicalismo. ¿Si
no negocias, como llegas a acuerdos? ¿Qué es un convenio sino un acuerdo? ¿De dónde han salido los
permisos, los salarios, las mejoras de las bajas, las licencias? Pues han
salido de negociaciones y de acuerdos. A veces con movilizaciones y otras no.
7- Los métodos
de los sindicatos están pasados de moda, como las huelgas generales, demasiado
sacrificio en estos tiempos.
A los sindicatos se nos tiende a juzgar por
un tópico y una imagen. Las huelgas generales son un elemento de
incidencia sociopolítica indispensable para el movimiento sindical, pero ni mucho
menos el eje central de nuestra actuación
general, y mucho menos cotidiana.
Estamos en un momento que bajo la coartada
de la crisis se está
produciendo una recomposición
de poder y renta enorme. Si alguien cree que este momento no exige de
compromiso para organizarse, implicarse y llegado el caso movilizarse, no sé si se sacrificará, pero le van a sacrificar.
Dicho esto, claro que hay que adaptar formas
de actuación a nuevos tiempos. Una huelga puede tener poca utilidad por
ejemplo si la empresa puede desviar la producción
a otra planta o tiene un stock sin vender. Hay que ver en cada caso. Hay formas
de presión, influencia y organización
variadas y variables, a las que el sindicato no hace ascos sino todo lo
contrario. Pero más allá
de modas, la disposición
del trabajador sobre su trabajo es su principal herramienta de presión cuando la relación con el empresario
se hace conflictiva.
Por cierto, una vez más la crítica es por un lado por “negociar,
charlar, comer con el empresario” y a renglón seguido por hacer “huelgas, pasadas de
moda y que comportan sacrificio”. Crítica por una cosa y la contraria.
8- Y esto es para los de aquí. Crítica a la desunión sindical en función de
nacionalistas-no nacionalitas.
Hay dos dinámicas distintas. Por un lado una política,
según la cual ELA y LAB pretenden jugar un papel político en clave de construcción
nacional en la que las lógicas sindicales tienen poco margen. Es la dinámica de la acumulación de fuerzas
soberanistas que de forma intermitente aparece en la política vasca de los últimos lustros. En
función de esa prioridad intermitente, lo sindical pasa a segundo plano.
Por otro lado hay otra dinámica más
propia de la cultura de ELA. Es su absoluta prioridad en buscar la hegemonía sindical. Su “batalla existencial” es frente a otros
sindicatos y a imponer su modelo, su representación
y su influencia. La diferenciación de días en movilizaciones, su papel de oposición allí
donde no es mayoría
(como si fuera una dialéctica gobierno-oposición entre sindicatos, más que ante empresas), o la estrategia en negociación colectiva en busca de disputar afiliación al resto, son ejemplos.
Esta doble dinámica,
una en clave política y la otra en clave hegemonista, hace muy difícil buscar espacios comunes. En nuestra opinión la única opción sería trabajar en espacios de mínimo común
denominador, que generase un perímetro de actuación conjunta en algún ámbito. Esto requiere de voluntad de cada parte. Voluntad que a día de hoy no existe.
Y AHORA, EN OTRO
ORDEN DE COSAS…
9- Por otro lado, desde el gobierno y los
medios afines se critica con ferocidad, lo decía
el otro día Iñaki Gabilondo. ¿cómo lo veis/vivís desde dentro? (además de cosas como
pintadas, insultos…)
Se vive con preocupación porque está
dentro de una profunda involución social acelerada al calor de la crisis. En una crisis que
debiera ser de las teorías des-regulacionistas y la doctrina del libre mercado como
ejemplo de eficiencia, han conseguido que lo que esté cuestionado sea el modelo social, los elementos de cohesión social, la propia democracia y los distintos agentes que empujan
en esa línea. Y lógicamente ahí
aparecen los sindicatos.
Somos conscientes que la distribución de la riqueza y la participación
de los trabajadores en decisiones económicas
tienen una herramienta fundamental que es el sindicato. Y eso se intenta
laminar
10- La importancia de Margaret Thatcher Los
sindicatos eran para ella «el enemigo interior»
La época
de Thatcher se emplea como paradigma de la acción
anti-sindical. Sin embargo los tiempos poco tienen que ver, como tampoco tiene
mucho que ver el modelo sindical de las Trade-Unions mineras de entonces con el
sindicalismo actual en España o Euskadi. En Inglaterra había
sectores de afiliación obligatoria mientras que aquí hay aplicación general de convenios incluso para no
afiliados.
Por tanto la relación entre poder y legitimidad sindical no tiene nada que ver en un
momento y en otro. Se parece en que desde un punto de vista ideológico se trata de excluir a los trabajadores de regulaciones con
garantías, como es el convenio colectivo. Pero tampoco se pueden
trasladar situaciones dispares de forma simple.
11- ¿En otros países están tan desacreditados?
En muchos no es que esté desacreditado. Es que te matan o te meten entre rejas. Como aquí hace unas décadas, por cierto. En los países en los que el sindicalismo es legal la situación es muy variada en cuanto a legitimidad, extensión de la actuación sindical o capacidad de interlocutar con los gobiernos o modos
de movilización.
Pero si es cierto que no es fácil encontrar un país donde de forma
tan explícita, burda y carca se haya dado una campaña de desprestigio incluso personal a las organizaciones
sindicales.
12- ¿De dónde, desde cuándo esta campaña
de descrédito?
La actual ola temporalmente viene de la segunda legislatura
de Zapatero. Cuando estalla la crisis empieza a intuirse el brutal efecto que
iba a tener en la economía española. La existencia de una inmensa burbuja inmobiliaria en la que
se había anclado un sobreendeudamiento de empresas y particulares, más la debilidad del tejido económico español
y la debilidad fiscal de las administraciones estaban roídas por esta crisis. Iba a haber una disputa brutal por los recursos en
un momento de pérdida acelerada de renta nacional.
Con la presión
exterior a través de Europa y la prima de riesgo amenazando con quebrar el país, se plantea un cambio de la fisonomía
social. Y ahí
una pieza a cobrarse son los sindicatos.
Básicamente para eliminar contrapesos en la gestión política (diálogo social o legislación concertada), y sobre
todo elementos de rigidez (así
lo llaman ellos) en la asignación de riqueza (salarios). Y una desregulación de las relaciones económicas
y laborales.
En una grave crisis de legitimidad de lo
institucional, lo político y lo colectivo, atacar las funciones, la financiación, los recursos humanos o las propias personas representativas de
los sindicatos, es más sencillo.
13- Autocrítica, en qué han fallado los grandes sindicatos
Un sindicato tiene una función representativa y una función
organizativa. Gracias al papel representativo hemos logrado importantes
derechos. Convenios de aplicación extensa, una
interlocución social que ha traído importantes
mejoras en derechos (igualdad, dependencia, pensiones…).
Pero quizás no hemos atinado en que esa función
representativa tuviera una consecuencia de refuerzo organizativo.
Más bien al
contrario, el papel de defensa del interés
general de nuestra gente quizás no ha fomentado en exceso la afiliación
y tejer organización. A fin de cuentas los logros eran de aplicación general.
Cuando la orientación de las políticas pretende quebrar esa función representativa y la población
está
deslegitimando el entramado institucional, estamos
pagando ese déficit organizativo que no fuimos capaces de hacer crecer más. Se nos mete en el mismo paquete que a ese modelo que parece
quebrarse en la crisis. Yo creo que ahí tenemos que hacer una lectura auto-crítica.
Aunque creo que la gran mayoría de las prácticas sindicales son adecuadas, cuando se produce alguna no tan
adecuada, se debe actuar. Y una confederación
sindical es una organización de organizaciones con un grado de autonomía muy amplío y difícil de gobernar. Por poner un ejemplo, si la estructura sindical
de una empresa negocia peores condiciones para trabajadores precarios o contratas,
hay que corregir eso, ya que si no, nunca serás
referente para esa gente peor situada en el escalafón
laboral. Insisto, la inmensa mayoría de las prácticas son adecuadas, pero cada una inadecuada hace un daño grande.
El sindicato no debe olvidar nunca que la única legitimidad innegociable y que un gobierno no puede quebrar
por decreto-ley es la de la gente organizada en el centro de trabajo. Ni que
nuestra tarea primordial en ese centro de trabajo tampoco puede ser ajena a las
inercias y evolución social. Si no, perdemos perspectiva. Y en la época del crecimiento un tanto ficticio de las burbujas, no supimos hacer suficiente pedagogía de lo que ocurría y de la necesidad
de fortalecer la organización como forma de fortalecer la distribución
de la riqueza que se generaba en la economía
real (salarios e impuestos/gasto público).
Decirlo, lo dijimos, pero se generó otra hegemonía social.
14- ¿Y si no hubiera sindicatos, cómo
funcionaríamos? Hay algún país que no los tenga?
La sociedad sería
más injusta, con mayores desigualdades sociales y de riqueza. Sin
duda el mundo del trabajo tendría menores niveles
de protección, la unilateralidad de actuación empresarial sería
mayor aún.
En los sectores donde cada trabajador
individual es prescindible o más fácilmente sustituible habría
explotación pura y dura. En los sectores donde el trabajador y su
cualificación aportan más valor añadido, habría relaciones más individualizadas, competitivas en el peor sentido del término.
1 comentario:
Leí la entrevista en El Correo y me pareció muy interesante. Agradezco que, además, la amplíes aquí. Y creo que llevas razón: no podemos estar a la defensiva y me cabrea bastante cuando ante determinadas barbaridades que se dicen o de las que se nos acusa, no se salga en tromba a desmentirla o a aclararlas. No entiendo que no se haya dicho nada (o yo no me he enterado) sobre cómo nos están metiendo en el mismo saco que la patronal con el tema de los cursos de formación.
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