jueves, 30 de julio de 2015

¿Es la devaluación salarial producto de la negociación colectiva? (2)

La pinza envolvente a la negociación colectiva. (2)

En la negociación colectiva vasca hay quien pretende instaurar la “doctrina Bush”. No, no me refiero a ver armas de destrucción masiva en Irak sino o otra joya que define mejor la estructura de pensamiento de Bush Jr.: “talar los bosques para evitar incendios”. Esta fue la frase célebre con la que se le quiso caracterizar como bobo de campeonato. Se reparó menos en la segunda parte “la propuesta flexibiliza las normas ambientales y permite comercializar la madera cortada”, lo cual ya de bobada tiene bastante poco y sí explica bastante más su sentido político y económico.


Determinadas opciones sindicales están planteando que ante la "imposibilidad" de garantizar la aplicación de los convenios sectoriales (pues con las actuales normas se pueden pactar otros a la baja en la empresa, o bien dejar de aplicarlos de forma más sencilla que antes de las últimas reformas laborales), lo que procede es… dar preferencia a la negociación en la empresa y despreciar y bloquear la sectorial. Evitemos descuelgues no habiendo de qué descolgarse…

El argumento parece de poco fuste, salvo que se coja la segunda frase de la “teoría Bush”: “permite comercializar la madera cortada”. En efecto, la ausencia de convenio de referencia o que aun existiendo, sea cada vez menos referente facilita que sea la negociación en la empresa, y aún en el centro de trabajo, allí donde da más rendimientos afiliativos, la absolutamente preferente.  Que más de la mitad larga de las personas asalariadas trabajen en empresas pequeñas, muy pequeñas o incluso sin posibilidad de elegir representación sindical, no es óbice para defender ese modelo. Rastrojos, para entendernos.

Sin embargo, y volviendo al argumento principal de estas reflexiones sobre devaluación y negociación colectiva, claro que hay que resituar el papel de cada ámbito de convenio ante la realidad salarial anteriormente descrita, recordemos: la mejora de poder adquisitivo de los convenios colectivos en el periodo de crisis no ha sido capaz de evitar una caída salarial de importancia también en Euskadi.

En efecto, la firma de un convenio de carácter general, sectorial de ámbito provincial, autonómico o estatal, es una firma que genera una norma. De aplicación general cuando es firmado por mayorías de parte. Pero esta norma necesaria cada vez es menos suficiente para abordar la complejización de las relaciones laborales. No es un fin, o no debiera serlo, que se agota en si mismo, sino cada vez debe ser más una palanca a desarrollar y concretar en el centro de trabajo.

La pérdida salarial en Euskadi no está provocada por las cuantías salariales “que se firman” en convenios, sino por dinámicas paralelas que se dan en los sectores y empresas, interactúan y llevan a menores salarios.

El efecto composición del empleo explica buena parte. Si se destruye empleo en sectores de salarios comparativamente más altos y se crea en sectores con salarios más bajos, la media salarial cae. ¿Ha ocurrido esto en Euskadi? Según datos EPA* en 2009 había 951.500 personas ocupadas. En 2014 en cambio 892.200. Si tomamos los datos de 2009 como 100, en 2014 había 93,7 personas ocupadas. Pero es que sectorialmente de las 100 que habría, en la Industria quedaban 87, en la Construcción 60, mientras que en los servicios y el sector agropecuario quedarían prácticamente las mismas 100 personas. Como los salarios industriales son de media más altos, esta diferencia explicaría parte de la caída salarial. 

La calidad de la contratación también explica parte del problema. En número de contratos temporales de los que se firma cada año siempre ha estado entre el 92 y el 93,5% del total. En los años de la crisis ha aumentado la rotación. Si en 2009 cada persona contratada tuvo una media de 2,59 contratos, en 2014 ascendió a 2,96 contratos.

Pero hay otro dato muy relevante. En 2014 el 40% de los contratos suscritos lo fueron a tiempo parcial, frente al 34,3% de 2009. Hablamos de 303.000 contratos a tiempo parcial en un año.

Es obvio. Esta realidad creciente hace que sindicalmente haya que afinar la acción. Hay que condicionar la utilización creciente de la precariedad en las empresas y eso no sólo puede hacerse desde los ámbitos generales. Ahora bien, prescindir de los ámbitos generales (“se firma el convenio de la construcción pero yo conozco sitios donde no se aplica” ha declarado públicamente un líder sindical vasco para justifica su “teoría Bush”)  es el camino más rápido para generalizar la precariedad.

No es casualidad que las recetas para el mercado laboral a los países con mayores desequilibrios y endeudamientos de Europa, sobre todo cuando han debido someterse a asistencia financiera o rescates, incluyera la descentralización de la negociación colectiva y la prevalencia de aquello pactado/impuesto en la empresa.

Coincide la pretensión económica de reducir coste salarial con la óptica liberal que entiende que asignar el salario como cualquier otra variable económica, debe darse en un  juego de demanda y oferta sin rigideces externas. A la empresa o incluso a la relación individual empleado-empleador.

Lo que debiera llamar a la reflexión es porqué en esa coincidencia económico-ideológica del hegemonismo liberal, coinciden opciones que desde elámbito sindical apuestan también por la fragmentación de la negociación colectiva.

*fuente de datos oficiales y elaborados por los Informes Sociolaborales del CRL de Euskadi


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