INTERVENCIÓN X Congreso Confederal CCOO
Delegación de Euskadi |
Producto del tiempo de exposición (7 minutos) hubo que recortar drásticamente la intervención que previamente habíamos discutido en la Delegación de Euskadi al Congreso Confederal. Este texto era el arbol original y este video es el resultado tras la poda intensiva...
La delegación de Euskadi va a dar su apoyo unánime al informe general presentado por el S.G. saliente.
Lo hacemos porque consideramos que define adecuadamente tanto el contexto en el que se ha producido nuestra acción sindical en los últimos cuatro años, las orientaciones de tal acción sindical y sus lógicas. También porque apreciamos un importante elemento de auto-crítica al hablar sin ambages de las insuficiencias del sindicato para hacer frente a los retos que la situación actual, tan compleja, nos ha planteado y nos planteará en el futuro.
Y lo hacemos también, porque hemos estado de acuerdo con tal orientación sindical. Por tanto es un ejercicio coherente de corresponsabilidad con las actuaciones de CC.OO. en este periodo.
Nos parece importante resaltar de forma previa el nivel de cohesión alcanzado, después de un IX Congreso que se saldó con la disputa en dos candidaturas a los distintos órganos de dirección. Sin duda haber llegado a esta situación es mérito del conjunto de las organizaciones, comenzando por la dirección confederal. Parece obvio que la suerte de CC.OO. si se hubieran agudizado nuestras disensiones en estos cuatro años de travesía por la tan traída y llevada tormenta perfecta de la crisis, sería muy delicada si hubiéramos dedicado nuestras fuerzas al combate interno.
Necesitamos reforzar por tanto las líneas de corresponsabilidad entre las distintas percepciones que pueda haber en el sindicato y reforzar la confederalidad entre las organizaciones.
Hablaba de la famosa tormenta perfecta. Hemos atravesado cuatro años en los que una crisis de estallido financiero se consolidó en una profunda recesión económica. Pero esta situación de crisis global ha dejado a la vista una profunda CRISIS POLÍTICA y de la combinación de efectos de la crisis económica y la insuficiencia de la institucionalidad política, una crisis social de recorrido y consecuencias aún imprevisibles.
Comisión Ejecutiva Confederal |
No ha sido todo lineal en estos cuatro años. Hasta mayo de 2.010, como bien recoge el informe, se abrió la opción en el marco del G-20 de acometer medidas de regulación de los sistemas financieros, reformar las instituciones internacionales y en cierto modo explorar las opciones de hacer políticas contra el ciclo económico, que amenazaba ruinoso producto del deterioro del sistema financiero internacional y su afectación creciente a la economía productiva.
En España esta fase se vio alterada por la particular gravedad de nuestra crisis. El país tenía unos cimientos, nunca mejor dicho, basado en la debilidad de su tejido productivo, los desequilibrios de las balanzas y la dependencia de nuestro crecimiento de la financiación externa y la acción de las distintas burbujas financieras e inmobiliaria que lo dopaban. Igualmente la incapacidad del Gobierno para dimensionar lo que estaba pasando ayudó poco o nada. La apelación del entonces Presidente del Gobierno al “mejor sistema financiero del mundo” dejan hoy perplejo y dan cuenta de lo desenfocado de la situación que estaba por venir.
El sindicato planteó la necesidad de grandes acuerdos de estado, aportando su voluntad negociadora. Introduciendo elementos salariales, fiscales, de recomposición del tejido productivo, la defensa de las personas como prioridad.
La segunda fase tuvo que ver con el giro a la austeridad radical como política única. La debilidad política en la construcción europea es un elemento fundamental para entender por qué se sometió a los estados más debilitados en sus cuentas públicas a un continuo austericidio. Esta fase, que se llevó por delante al Gobierno, sitúa la devaluación interna de países como España en el eje central de la recomposición ante la crisis. Las consecuencias han sido dramáticas en tasas de desempleo, empobrecimiento de la población, deterioro de servicios públicos, desafección ciudadana de la política…
El sindicato aquí reforzó de forma nítida el papel movilizador. La huelga general, y un sinfín de movilizaciones. Creo que aquí tenemos que sumar al balance no sólo las convocadas desde el ámbito estatal, sino el continuo esfuerzo en forma de manifestaciones, asambleas, marchas etc. que el conjunto de organizaciones hemos llevado a cabo.
Sin embargo no renunciamos a jugar un papel como contraparte necesaria ante gobiernos y patronales. Hicimos una apuesta valiente. Sin duda no la más sencilla. Se trataba de ser referente necesario ante los cambios que se iban a producir, incluso aunque muchos de éstos no fuesen cómodos.
Bernardette Segol, S.Gral de la CES |
Nuestra apuesta por el ANC o el Acuerdo Económico y Social, son prueba de ello. Sin duda el AES muestra el punto más alto de la voluntad de CC.OO. de no parapetarse de sus responsabilidades en materias tan vinculadas a nosotros como el Sistema de Pensiones. Pero tampoco debiéramos ocultarnos otra realidad. Fue complicado explicar las razones, y el rol que pretendía jugar el sindicato para dar salida a ese acuerdo. Era necesario evitar la absoluta unilateralidad con que podía reconfigurarse el modelo social y laboral en España. También que el valor de la independencia sindical de CCOO está ligado a nuestra autonomía, y ésta a cuidar los espacios de intervención del sindicato sin tutores, ni organizaciones interpuestas. En cierto modo necesitábamos explicar que era una apuesta política de fondo sobre la influencia que tiene que tratar de irradiar CC.OO. El esfuerzo de explicación dio sus resultados, pero no nos engañemos, también sus incomprensiones, a veces sustanciadas en silencios, que también hay que interpretar. Y las incomprensiones internas fueron posiciones de abierta hostilidad en determinados sectores sociales. Esto no podemos excluirlo del debate. Autonomía no es autismo.
Si decía antes que la supuesta salud de hierro de la banca española de Zapatero, fue el símbolo de la primera fase, la reforma constitucional, con agosticidad y alevosía, lo es de la segunda, en la que el Gobierno Socialista se desdibuja totalmente y pone el puente de plata para la llegada al poder del PP y el inicio de la tercera fase.
La tercera fase está marcada por la llegada del Partido Popular al poder. Agravamiento de las políticas de austeridad, un proceso de reformas hechas bajo una lógica no sólo económica sino ideológica, y la unilateralidad en la forma de actuar.
El sindicato siguió planteando sus propuestas con coherencia hasta el punto de llegar a un acuerdo con CEOE en materia de Negociación Colectiva. Sin duda un acuerdo de un valor y de un mérito evidente. El contexto hacía pensar que era imposible llegar a un acuerdo que en teoría podía haber blindado una materia tan central para el modelo sindical como es la negociación colectiva. Fue posible y sin embargo, el gobierno arremetió contra aquello mediante la Reforma Laboral.
Sin duda, su intención era iniciar un proceso de profundas reformas en las que no quería contrapartes. Reformas laborales, en el modelo social y en el modelo territorial de España.
Aquí hago un inciso. Sin duda una de las grandes noticias de este periodo ha sido el anuncio de ETA del “cese definitivo de la actividad armada”. Es una noticia de la que debemos felicitarnos. Es el triunfo de muchas cosas, empezando por la resistencia cívica y democrática a tantos años de terror. En gran parte de las víctimas del terrorismo, entre ellas personas afiliadas a esta organización. También de quienes se atrevieron a apostar por una Euskadi transversal, plural, donde distintos hechos nacionales pudieran mantener sus diferencias políticas en paz y en convivencia.
Pero no deberíamos mezclar este logro histórico, con la persistencia de un país plural en lo identitario. Plurinacional, donde las llamadas tensiones territoriales se pueden canalizar como burladeros de actuaciones antisociales de determinadas fuerzas políticas, sin duda. Pero donde esto no nos puede hacer perder de vista que esa plurinacionalidad del estado tiene que tener una relación correlativa también en el sindicato.
Intervención de CCOO Euskadi |
Esto no va de privilegios. Va de construir una organización de banda ancha, donde personas que pueden sentirse nacionalmente como quieran, encuentren un sentido a un modelo de sindicalismo confederal, que apueste por la construcción federal y solidaria del estado. No hay vertebración de un territorio mayor que la que propicia una cohesión social del mismo, y ese es nuestro campo fundamental de trabajo. Pero las complejidades identitarias exigen inteligencia a la hora situarnos en la realidad social y sindical de territorios distintos.
CC.OO. de Euskadi se ha sentido cómoda las más de las veces en estos cuatro años con las posiciones confederales, pero queremos poner en valor también la necesidad que hemos tenido y tendremos, de situar perfiles y actuaciones propias en Euskadi producto de esta realidad diversa: identitaria, sindical y política por un lado, pero económica y social también por otro.
El informe apunta también algunos de los retos que la organización tiene que asumir para hacer frente a lo que viene
- Reforzar la sindicalización en la empresa. Necesitamos afiliar y representar más y mejor. Evidentemente para esto hay que reforzar la presencia en la empresa, presencia cada vez más cualificada, pero también hay que buscar la contraprestación del trabajador a esa presencia.
- Utilización de menos recursos para hacer más cosas. Es fundamental movilizar recursos militantes. Las secciones sindicales tienen que interiorizar la importancia de apoyar al conjunto de estructuras sindicales. Por otro lado la afiliación que se consigue desde la acción sindical en la empresa es más duradera, más estructural.
- Racionalización de los recursos sindicales, mejor coordinación. Territorios y federaciones territoriales tenemos márgenes para trabajar de forma mucho más coordinada, con planes de trabajo, con cooperación y no con competencia. Euskadi en este sentido no tiene nada que camuflar. Por cuestiones propias y no exportables con toda seguridad, disolvimos las estructuras políticas territoriales en comarcas y territorios. Tenemos equipos de trabajo en las comarcas y tres responsables Territoriales. Su trabajo está en el centro de trabajo. No hay empresas confederales, no es una cuestión de competencia entre organizaciones sino de apoyo y cobertura. Aún así tenemos márgenes para trabajar con objetivos, con planes de trabajo, con evaluaciones. Es necesario.
- Necesidad de reforzar la confederalidad. En el sentido de corresponsabilidadd de las organizaciones en lo común, y en el sentido de anchar la dimensión de lo común. En la concreción de la acción sindical en lo micro, en el territorio y en la empresa, el sindicato tiene que avanzar en la generación de sinergias, coberturas, apoyos, trabajo en común. Sindicalizar la empresa, en este tejido de PYMEs, con una previsible atomización de los espacios de negociación, de los problemas, de la prevalencia del convenio de empresa, de la posibilidad del descuelgue y la inaplicación… exige incrementar la presencia en el centro de trabajo, en el gobierno de esta multiplicidad de situaciones, del criterio en las Comisiones Paritarias o en los procesos de resolución de conflictos. Las reformas nos plantean muchos retos, pero también algunas oportunidades. Tenemos que estar y hacer útil ante la nueva situación. El análisis de la acción sindical, si convenimos en que ha cambiado el paradigma de la misma, tiene que conllevar análisis organizativo.
- Necesidad de que la cuota sea todavía más la base de financiación del sindicato. Y esto deberá conllevar una reflexión sobre que áreas de trabajo prioritario vamos a sustentar nuestra acción sindical. Que grado de utilización de recursos ajenos finalistas vamos a ejercer. Qué papel queremos jugar en la determinación de políticas que son muy importantes en el mundo del trabajo, como el conjunto de políticas activas, la formación para el empleo. Como vamos a priorizar nuestra capacidad de decisión sobre éstas, en lugar de en la gestión de las mismas.
Vista plenario |
- También tenemos que hacer otro esfuerzo en cómo vinculamos al sindicato con el activo social que se organiza. En este periodo se ha cuestionado el entramado institucional que surgió de la transición. En sentido amplio. No debiéramos martirizarnos por eso de estar incluidos en ese entramado. El estar ahí ha supuesto entre otras cosas que buena parte de las conquistas sindicales han sido institucionalizadas para el conjunto de la población. Y por otro lado es cierto que gran parte de los que ahora claman con “el no nos representan” han desertado de una mínima implicación socio-política en los tiempos de bonanza, como buena parte de la población que se instaló en el acriticismo, y cierto nihilismo. Pero eso está ahí. También por nuestras propias deficiencias. Nuestra legitimidad parte de la afiliación, de la representación, del papel constitucional que tenemos, sí. Pero también del papel social ejemplar que un día jugó nuestra gente frente al franquismo y por la democracia. Y hay una buena parte de la población que esa especie de legitimación espiritual de CC.OO. no la conoce ni de la Transición de Victoria Prego. Tenemos que repensar nuestra relación con estas generaciones, que además ocupan un papel subalterno en el mercado laboral, de expectativas no satisfechas y que no se han aproximado al sindicato desde lo laboral
Creo que estas y muchas más orientaciones recoge el informe. Yo creo que es un buen informe. No puede ser exultante ni mucho menos ante el panorama sociolaboral español. Vincula el contexto con la acción sindical sin autojustificaciones, sin evitar auto-crítica y orientando de forma coherente a lo anterior las prioridades del próximo periodo.
Si el sindicato sale de este congreso reforzado y cohesionado, estaremos en disposición de intentarlo. No podemos fallar. Ni por lo que somos, ni por lo que nos trajo aquí, ni por los que nos esperan ahí fuera.
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