CCOO estará el martes 23 de
diciembre en los aledaños del parlamento vasco, para reclamar desde la calle unos
presupuestos de compromiso social y efectivos para el relanzamiento económico.
Para ello sería necesario que las instituciones se conjurasen para aligerar los
pesados corsés que hoy lastran cualquier presupuesto público.
Los términos del llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento Europeo, sus normas de disciplina fiscal y
los efectos derivados en España y en propio ámbito de la autonomía vasca, topan
el límite de déficit en el 0,7% del PIB
de la CAPV (el previsto para 2015 ascendería a 67.081 millones de euros).
La carga de la deuda consignada en presupuestos asciende a unos 983
millones de euros (279 de intereses). Es decir un 9,3% del presupuesto.
Por si fuera poco los gastos fiscales, entendidos como “costes”
o ingresos que se dejan de recaudar por todo tipo de incentivos o exenciones
suponen importantes cuantías. Un 30% del
total de la recaudación potencial. Por poner algún ejemplo y según datos
del propio presupuesto más de 317 millones en el impuesto de sociedades o más
de 181 por impuestos sobre el patrimonio y las grandes fortunas, ó 94 sobre transmisiones
patrimoniales.
Tengamos en cuenta que la presión fiscal en Euskadi se sitúa
según datos del CES vasco en un 35.6%
(incluyendo cotizaciones sociales), es decir, más de 3 puntos por debajo de la media
de la Europa a 27. Por ello debiera haber una apuesta interinstitucional para
que la política fiscal juegue un papel más ambicioso.
Se necesitan mejorar los recursos públicos sin
incidir en un déficit que lleve a un mayor endeudamiento, que acabe por abultar
el pago del servicio de la deuda. Sería una mayor carga para futuros
presupuestos.
Junto a esta necesidad de reducir
los corsés presupuestarios que limitan el necesario empuje económico de la
acción pública, queremos reivindicar más cosas. Las partidas destinadas al empleo y la protección social son las que
más suben junto a la deuda. Es verdad que por una asignación más realista en
las partidas de RGI, presupuestadas de forma muy insuficiente en el último año,
aun sabiendo que es un derecho subjetivo y por tanto exigible.
Nos parece fundamental que todo lo referido al
empleo se vehiculice a través de espacios
tripartitos como los que hemos puesto en marcha y que debieran reforzarse
en la segunda parte de la legislatura.
Por otro lado, hay determinadas partidas sociales que no van a
ser suficientes para cubrir las necesidades que se generen en 2015, como ya
ha ocurrido en el año que estamos a punto de cerrar por ejemplo, en ayudas de
emergencia social o a la conciliación. Más allá de las partidas que se
presupuesten, necesitamos compromisos
políticos para que en la ejecución a lo largo del año pueda habilitar
partidas adicionales que garanticen coberturas suficientes.
Sin duda en la calidad de
empleador, el Gobierno Vasco tiene un papel que jugar para mejorar la situación
de confrontación que existe con la mayoría de las y los empleados públicos del
país. Los incrementos presupuestarios
están por debajo de las previsiones de mejoras
de recaudación en los grandes apartados de sanidad y educación, sin
recuperar las cuantías de 2012.
Y por último es necesario que las
políticas de dimensión industrial
sean reforzadas y compartidas con los agentes sociales ante las dificultades que
va a seguir habiendo.
Las propias previsiones
económicas del Gobierno sitúan una atonía en el sector exterior y en el gasto
procedente de las administraciones públicas, mientras que la demanda interna
será el principal elemento tractor para 2015 según las previsiones de Lakua. La
creación de empleo y la distribución salarial son claves para que ese factor
sea efectivamente el decisivo.
Pero las instituciones no pueden
limitarse a situarse expectantes ante esa posibilidad en el burladero liberal
de “favorecer el entorno económico”. Hay que ser más proactivo. La política de
distribución de rentas y ensanchar los márgenes de la políticas fiscal. Ese
debiera ser el empeño.
Para eso vamos a la calle, para
exigir más ambición institucional ante las crecientes necesidades ciudadanas y
los problemas del mundo del trabajo. De la misma manera que estamos en las
mesas de negociación con propuestas coherentes con lo que venimos defendiendo. Cohesión
social como seña de justicia social y también como vector de crecimiento
económico sostenible.
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