sábado, 13 de diciembre de 2014

La crisis es historia... o ¿historias de la crisis?


La consistencia del discurso del Gobierno es abrumadora. Decir que la crisis empieza a ser historia, o que la recuperación la notan las familias, con expresión de triunfo, es "disculpable" en el terreno del forzoso optimismo pre-electoral. Pero si uno se fija un poco observa la incoherencia entre las políticas impulsadas y el supuesto resultado de las mismas.

Desde que se cerrara cualquier atisbo de política económica anti-ciclo en Europa, los Gobiernos se han dedicado con furor a aplicar políticas de austeridad. Venían a tener un relato que en el caso español sería algo así como "necesitamos una fuerte devaluación interna que permita a la economía española ganar competitividad exterior e interior mediante el factor precio, para así promover una recuperación más vigorosa y sostenible del empleo y la actividad". 


Junto a la brutal dimensión y plazo para la estabilidad presupuestaria y consolidación fiscal, era un auténtico plan de estabilidad, no exento de riesgos. El fundamental, que coincidía con una dogmática política general de austeridad en Europa. Por tanto los efectos supuestamente positivos de la devaluación propia podían provocar un empobrecimiento "hacia dentro", que no se compensanse con un enriquecimiento "hacia fuera" por la sencilla razón de que "fuera" también estaban haciendo políticas de devaluación.

Algo así está ocurriendo cuando vemos los factores en los que se sustenta la recuperación económica que según el alegre Rajoy empieza a dejar la crisis a la altura de la batalla de las Termópilas. Desde el cuarto trimestre de 2013 es la demanda interna y no el sector exterior quien tira de los leves aumentos de PIB. En cómputo interanual en el tercer trimestre de 2014 la demanda interna aporta 2,8 puntos, mientras que la externa resta 0,9% al crecimiento del PIB. El propio Gobierno Vasco sitúa en sus previsiones económicas para 2015 que el saldo exterior crezca un raquítico 0,1%.

Pero el Gobierno no repara recursos dialécticos. Lejos de atisbar un fracaso en las políticas de devaluación, lo convierte en un logro. Crece la demanda interna porque la recuperación llega a las familias, dice Saez de Santamaría. Sin embargo en el primer semestre de 2014 los hogares españoles sufren una caída en la renta disponible cercana al 2% paradójicamente compatible con que su consumo aumenta un 3% ¿Cómo? Quizás tenga que ver con el desplome del ahorro de más del 35% en este periodo.

La Europa alemana del austericidio continua en el arriesgado camino de hacer políticas de ajuste de oferta para enfrentar lo que es una enorme crisis (entre otras) de demanda solvente desde que estallara por los aires el sistema de doping financiero asociado a burbujas. Acelerando la desigualdad, la fragmentación y precaricación del empleo o la exclusión social. 

Está provocando reacciones sociales y políticas de diverso perfil pero con elementos rupturistas. Algunos de ellos preocupantes de verdad como en Francia o en Gran Bretaña. La actual ralentización con riesgos de dirigirnos a una tercera recesión está ahí. La deflación es otro riesgo enorme sobre todo en economías sobreendeudadas que ante ese escenario verían agravar sus problemas de deuda. 

Es hora de dar un cambio de timón y situar otras alternativas. No harían mal en mirar la propuesta que hizo la Confederación Europea de Sindicatos, de la que el plan Juncker no llega ni a copia terminológica. Es necesario un impulso político al crecimiento económico que debe pasar por una fiscalidad más ambiciosa, recuperar elementos redistributivos con dimensión supra-nacional y una recuperación salarial que empuje a mejorar otros factores en la generación de valor productivo. 

Si no, y por mucho optimismo pre-electoral que se luzca, seguiremos en este auténtico disolvente social en el que nos ha instalado la austeridad.




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